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Salud

Lo que (realmente) necesita saber sobre el tumor maligno de tiroides

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«El tumor maligno de la tiroides se presenta generalmente en forma de un nódulo que puede no causar síntomas», explica Maria Olímpia Cid, especialista en Cirugía General en el Hospital CUF Infante Santo-CUF Oncología, en un artículo de opinión sobre el tema.

tumor tiroide

La apatología nodular de la tiroides es muy frecuente en nuestra población, sobre todo en el sexo femenino, en los ancianos y en áreas geográficas con carencia de yodo.

Aunque el cáncer tiroideo es el tumor más común de todas las neoplasias endocrinas malignas, se considera que representa solo alrededor del 1% de todos los tumores humanos y, por lo general, tiene un buen pronóstico cuando se trata adecuadamente.

El Programa Nacional para las enfermedades Oncológicas de la Dirección General de Salud reportó en 2015 una incidencia para los tumores malignos de la tiroides en Portugal de 15.3 casos/100 mil habitantes/año, discretamente superior a la incidencia Europea.

A pesar del aumento de la incidencia, la tasa de mortalidad no acompañó ese aumento, registrándose hasta una disminución en las últimas décadas, pudiendo considerarse que la mayor capacidad diagnóstica y la experiencia adquiridas con el uso generalizado de la ecografía y de la citología aspirativa de los nódulos de la tiroides contribuyeron significativamente para esos resultados.

¿Cuáles son los tipos de tumores tiroideos malignos?

El carcinoma diferenciado, papilar y folicular, que se origina en las células foliculares representa alrededor del 85-90% de los tumores tiroideos malignos.

El carcinoma papilar es el más frecuente y puede ocurrir a cualquier edad. De estos, cerca de 60 a 80% son microcarcinomas papilares, o sea, con dimensiones inferiores a 10mm y con un excelente pronóstico, pudiendo incluso, en algunos casos, mantenerse en vigilancia sin ningún tratamiento.

El carcinoma papilar tiene un crecimiento muy lento. Puede extenderse a los ganglios linfáticos, pero incluso en estos casos, tiene una excelente respuesta a la terapéutica y presenta sobrevidas largas.

El carcinoma folicular representa aproximadamente el 10% de todos los tumores tiroideos y es más probable que involucre los ganglios linfáticos del cuello y otros órganos a distancia, como los pulmones y los huesos.

El carcinoma medular se origina en las células C o parafoliculares de la tiroides y representa aproximadamente el 2% de los tumores tiroideos. De estos, alrededor del 25% de los casos son familiares con una mutación genética en el proto-oncogén RET, por lo que la prueba de investigación de esta mutación es un dato muy importante para el diagnóstico precoz de la enfermedad familiar. Este tumor segrega una hormona llamada calcitonina que sirve de marcador y puede ser dosificada en la sangre, contribuyendo así a la evaluación, estadificación y seguimiento de los pacientes.

El carcinoma anaplásico es el tumor tiroideo más agresivo que representa solo alrededor del 1% de todos los tumores tiroideos. Afecta a personas mayores de 60-65 años.

¿Qué causa la aparición del cáncer tiroideo?

En la mayoría de las personas no es posible identificar la razón por la cual surge un tumor maligno.

Sin embargo, el diagnóstico de estos tumores es más común cuando existe un historial personal de exposición a la radiación en la infancia o en la adolescencia, antecedentes familiares de tumor maligno de la tiroides y de otras enfermedades familiares de mayor riesgo para el cáncer de la tiroides, entre otros factores de riesgo.

El uso de Rayos X para el tratamiento del acné, angiomas y otras situaciones en los años 60, se asoció con un mayor riesgo de aparición de estos tumores. También la exposición a la radiactividad después del accidente en la estación nuclear de Chernobyl en 1986 fue seguida de un dramático aumento en la incidencia de cáncer de tiroides en niños y adolescentes en las regiones vecinas al reactor, como en Ucrania, Bielorrusia y en ciertas regiones de Rusia. Lo mismo sucedió después del desastre nuclear de 2011 en Fukushima, Japón.

¿Cuáles son los síntomas del cáncer tiroideo?

El tumor maligno de la tiroides se presenta generalmente en la forma de un nódulo que puede no causar síntomas.

La evaluación de la función tiroidea a través de análisis de sangre, TSH, FT4 y FT3 es normalmente normal incluso en presencia de tumor.

Los tumores a menudo se diagnostican accidentalmente al realizar exploraciones complementarias, como la ecografía y la tomografía Axial computarizada/TAC, por otras razones no relacionadas con la tiroides.

Ocasionalmente, podemos palpar un nódulo tiroideo en nuestro cuello o podemos detectarlo cuando nos vemos en el espejo.

Raramente hay síntomas asociados, como la sensación de cuello más apretado por aumento del volumen del cuello, sensación de opresión cervical y malestar local, asfixia, dificultad para tragar y alteraciones de la respiración y la voz.

La observación y palpación del cuello por un médico experimentado en esta patología, ya sea endocrinólogo o cirujano, puede conducir al diagnóstico del nódulo tiroideo que necesita aclaración de su naturaleza.

La información más importante a retener en este punto es que los tumores que surgen de nódulos tiroideos pueden ser asintomáticos y con función tiroidea inalterada, y la forma más efectiva de diagnosticarlos es acudir al médico en el marco de un chequeo periódico.

En el Hospital CUF Infante Santo, con las medidas de seguridad y protección implementadas para enfermos y colaboradores, de acuerdo con el período de contención de la pandemia que estamos atravesando, cualquier persona puede acceder, sin temor de contagio por el coronavirus, a consultas de chequeo, exámenes de rutina y tratamientos necesarios para la aclaración de sus quejas. De igual modo, toda la actividad clínica anteriormente cancelada debido a esta situación, que inesperadamente nos asoló, ya está siendo retomada.

¿Cómo se diagnostica el cáncer de tiroides?

El nódulo tiroideo puede ser detectado por la palpación realizada por un médico experimentado en esta patología, pero el recurso más precioso y de primera línea para la evaluación y caracterización de la tiroides, de las cadenas ganglionares adyacentes y de la implicación de otros órganos, es la ecografía. Este examen también debe ser realizado por un radiólogo reconocido con experiencia.

Los nódulos sospechosos de malignidad tienen ecográficamente características consideradas determinantes para el diagnóstico, permitiendo seleccionar aquellos que necesitan ser biopsados, como por ejemplo, ser sólidos e hipoecogénicos (aspecto diferente del tejido tiroideo), tener microcalcificaciones, ser irregulares o mal definidos en su contorno y más altos que anchos. Individualmente, cada una de estas características es poco significativa en términos de diagnóstico.

La citología Aspirativa por aguja Fina (CAAF) utilizada con control ecográfico es una técnica de ejecución simple, en manos experimentadas, segura y sensible que permite el diagnóstico de los nódulos tiroideos a través del estudio microscópico de sus células. Debe realizarse cuando estamos en presencia de un nódulo que presenta características ecográficas sospechosas, en presencia de ganglios cervicales aumentados de volumen, en los casos de historia familiar de cáncer tiroideo o de irradiación del cuello. Los nódulos sin criterios ecográficos sospechosos y sin los factores de riesgo arriba mencionados también podrán ser sometidos a CAAF por decisión del clínico.

La calcitonina sérica, marcador del carcinoma medular de la tiroides, se puede evaluar a través de análisis de sangre y es una herramienta importante para el diagnóstico de este tumor. La presencia de un valor elevado de este marcador implica el estudio de la glándula tiroides y la realización de CAAF.

¿Cuál es el tratamiento del cáncer tiroideo?

Una vez llegado el diagnóstico de tumor tiroideo maligno, el paciente debe ser enviado a un centro con experiencia en esta patología.

El Hospital CUF Infante Santo posee un equipo multidisciplinario con reconocida experiencia en las enfermedades de la tiroides y, especialmente, en el abordaje diagnóstico, en el tratamiento y en el seguimiento de los pacientes con cáncer de la tiroides.

La cirugía tiroidea debe ser realizada por un cirujano experimentado en todas las técnicas potencialmente necesarias para el tratamiento adecuado del paciente, a fin de reducir la tasa de complicaciones.

En mi opinión, la necesidad de obtener el consentimiento Informado, consciente y libre, para los actos diagnósticos y quirúrgicos obliga a un esfuerzo concertado en la provisión de información simplificada, pero objetiva, a cada paso, de modo que el enfermo camine conscientemente para el tratamiento de su enfermedad.

El tratamiento primario de todos los tipos de cáncer tiroideo es quirúrgico.

Con la cirugía se Pretende eliminar el tumor, reducir el riesgo de reaparición del mismo, permitir la administración del tratamiento con yodo radiactivo en casos seleccionados, y facilitar el seguimiento del paciente mediante la determinación de los marcadores tumorales.

El tratamiento quirúrgico del carcinoma diferenciado, dependiente del tamaño del tumor y si está o no confinado a la tiroides, consiste generalmente en la remoción total de la tiroides, denominada tiroidectomía total. Para los tumores con dimensiones inferiores a 10mm confinados a la tiroides, en un solo lóbulo tiroideo y sin ganglios linfáticos implicados, la hemitiroidectomía (remoción del lóbulo derecho o izquierdo y del istmo) puede ser suficiente.

A veces, el tumor se extiende a los ganglios linfáticos cercanos (metástasis), y en estos casos la cirugía incluye la extirpación de todos los ganglios afectados.

Los pacientes que se sometan a una tiroidectomía total restablecerán la hormona tiroidea por vía oral en ayunas por la mañana para normalizar su metabolismo. Este medicamento no causa síntomas desagradables, siempre que se sigan las recomendaciones proporcionadas por el médico.

El tratamiento con yodo radiactivo (yodo-131) se usa con el objetivo de eliminar el tejido tiroideo residual, microscópico, afectado por el tumor después de la cirugía. También está indicado en los casos que presentan metastatización ganglionar cervical.

 

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