Salud
Tumor cerebral: reconozca los signos a tiempo
En el Día Mundial de los Tumores Cerebrales, que se celebra el 8 de junio, mi mensaje es el siguiente: la mayoría de los tumores intracraneales se pueden tratar de manera muy efectiva y segura, con múltiples opciones de tratamiento. Reconocer las señales a tiempo y buscar ayuda médica es una actitud que no se puede retrasar.
Los tumores cerebrales son muy diferentes entre sí y, en este Día Mundial del Tumor Cerebral, quiero aprovechar esta oportunidad para hablar de los tumores intracraneales, es decir, los que están dentro del cráneo.
¿Sabes qué estructuras normales tenemos dentro del cráneo? Incluyen el cerebro (cerebro, cerebelo y tronco encefálico), las arterias y venas, los nervios craneales y el líquido que rodea todas estas estructuras, el líquido cefalorraquídeo (LCR). También tenemos una glándula productora de hormonas, la hipófisis. Envolviendo el cerebro, tenemos 3 membranas concéntricas-las meninges, que son desde el exterior hasta el interior de la duramadre, el aracnoide y la pia mater.
Todas estas estructuras, con la excepción del LCR, pueden dar lugar a tumores. Así que los meningiomas provienen de las meninges, gliomas de las células de soporte del cerebro, gangliomas de las neuronas, neurinomas de los nervios craneales, tumores de la glándula pituitaria son adenomas. Esta no es una lista exhaustiva, es solo la más frecuente.
Sin embargo, el tumor intracraneal que se encuentra con mayor frecuencia en adultos es la metástasis, es decir, una extensión distante del tumor desde otra parte del cuerpo, a menudo desde la mama, el pulmón, la piel, la tiroides o el riñón, seguido por el colon.
Los tumores intracraneales pueden presentar síntomas de dos tipos. Los primeros, al comprimir o destruir parte del cerebro y causar defectos neurológicos, dependiendo de la región que lesionan, causan falta de fuerza, pérdida de sensibilidad, cambios en la visión, a veces cambios en la memoria o el comportamiento. El segundo, por aumento de la presión intracraneal debido al crecimiento de una lesión anormal dentro de la cabeza: dado que el cráneo no es extensible, con el crecimiento del tumor, a partir de una cierta altura aumenta la presión dentro de la cabeza, lo que da dolores de cabeza, generalmente más intensos al despertarse por la mañana, asociados con náuseas y vómitos.
Tenga en cuenta que hay muchos otros dolores de cabeza con estas características, como las migrañas, que no tienen nada que ver con tumores. El aumento de la presión intracraneal también interfiere con los nervios ópticos, que van de la retina al cerebro y transportan información de la visión, y la visión también puede verse afectada. Más: al mirar la parte posterior del ojo con un aparato llamado oftalmoscopio, uno puede detectar un cambio característico que sugiere fuertemente tal hipertensión intracraneal, que es el edema de la papila óptica.
En resumen, los signos y síntomas neurológicos progresivos (y no repentinos, como sucede en los accidentes cerebrovasculares), asociados con dolores de cabeza y náuseas, deben llevar a un examen de imagen, como la tomografía computarizada cráneo cerebral y la resonancia magnética (RM), para excluir un tumor. Si hay antecedentes de otro tumor maligno previo, la sospecha debe ser mayor.
La buena noticia es que incluso con estos síntomas, la mayoría de las veces la causa es diferente. Entonces, ¿qué pasa cuando se diagnostica un tumor intracraneal, qué se hace? Como dije al principio, los tumores intracraneales son un grupo muy heterogéneo de lesiones, más agresivas o más benignas, más o menos accesibles desde el punto de vista quirúrgico. Por lo tanto, después del diagnóstico por imágenes, debe hacer un plan de tratamiento, que variará según el tipo de lesión.
Como regla general, excepto en lesiones muy características de benignidad y pequeñas, en las que la actitud clínica es a menudo para observar con exámenes de imagen regulares, es necesario obtener el diagnóstico. Por otro lado, en la mayoría de las lesiones, si podemos extirparlas quirúrgicamente total o parcialmente, el pronóstico es mejor.
La cirugía es un arma de uso frecuente donde la tecnología ha hecho maravillas durante 60 años para hacerlas más seguras. Veamos algunos desarrollos tecnológicos que han cambiado drásticamente los resultados de las cirugías:
Actualmente, la anestesia logra preparar al paciente para tener un cerebro completamente relajado y bien infundido, es decir, con suficiente oxígeno y glucosa para evitar un accidente cerebrovascular), cuando se realiza la craneotomía, que es un factor esencial del éxito quirúrgico.
El microscopio quirúrgico nos permite operar a través de un estrecho pasillo en profundidad y con gran iluminación, así como ver mucho mejor las estructuras vitales que son muy pequeñas, como nervios y arterias.
La RM preoperatoria también permite, con técnicas avanzadas, saber dónde se encuentran algunas funciones en la corteza cerebral (habla, escritura, visión, áreas que controlan los movimientos), así como los haces de materia blanca (que en cirugía no podemos distinguir – es todo blanco) de las funciones vitales (visión, control de movimiento, habla, memoria). El conocimiento de la relación de estas estructuras vitales con el tumor, permite reducir el riesgo de dañarlas durante la intervención.
Una tecnología que tiene aproximadamente 25 años, conocida como neuronavegación, ha revolucionado la cirugía intracraneal, incluida la de los tumores, es una especie de GPS cerebral. Con la cabeza del paciente fija e inmóvil y con una reconstrucción tridimensional de la cabeza del paciente hecha por una computadora a partir de las imágenes de resonancia magnética, podemos saber en cualquier momento exactamente dónde estamos en el cerebro o en cualquier espacio intracraneal. También podemos inyectar otra información en el sistema, como los haces de materia blanca, que son visibles en las imágenes de la cabeza del paciente en la pantalla de la computadora, para que podamos evitarlos al planificar la cirugía.
También podemos, durante la cirugía, estimular la corteza cerebral o la materia blanca debajo de la corteza para saber si esa zona donde estamos trabajando tiene alguna función. En las funciones motoras, vemos si la estimulación provoca movimientos de la cara, manos, pies; en las zonas responsables del habla tenemos que hacer la cirugía con el paciente despierto para probarlo a medida que avanzamos con la extirpación del tumor.
Finalmente, en los tumores malignos, podemos darle al paciente una sustancia que se adhiere a las células tumorales y que, con un filtro especial existente en el microscopio que detecta la fluorescencia de esta sustancia, nos permite identificar durante la operación qué es tejido tumoral y qué es tejido normal.
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