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Alimentación y pandemia: qué pasa en Argentina

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Según estudios recientes, la población argentina ha descuidado sus hábitos nutricionales. En marzo, tras el decreto del aislamiento obligatorio por la pandemia de coronavirus, los supermercados agotaron sus stocks de harina, huevos y levadura y un sinfín de cocineros enseñaban por redes sociales a preparar masa madre. Un poco más adelante llegó el boom de los deliveries de golosinas, chocolates y bebidas alcohólicas. Este escenario alarmó a los nutricionistas del país.

«Producto del aislamiento y el stress o la angustia que este ha generado, se observó un aumento en el consumo de alimentos, sobretodo de productos como golosinas, gaseosas y jugos endulzados. Estos consumos ya eran altos y la situación se agravó durante la pandemia», alertó la Licenciada en Nutrición Dana Watson.

Según el último estudio del Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad dependiente de CONICET, el 55 por ciento de las personas que comen carnes y el 62 por ciento de los vegetarianos, refiere consumir alimentos por estrés y ansiedad. «Si bien ambos grupos se alimentaron más, los vegetarianos no han realizado grandes modificaciones en sus hábitos alimenticios», destacó Watson en diálogo con Agencia CTyS-UNLaM.

«En cuanto al consumo de frutas y verduras – señala la nutricionista -, pasó lo mismo pero al revés: ya teníamos un consumo bajo y durante este año los índices se redujeron aún más. Esta situación es preocupante, porque también bajó la cantidad de actividad física que realizamos, lo que refuerza esta tendencia al sedentarismo que estamos teniendo».

Acorde a la palabra de la OMS, se calcula que la ingesta insuficiente de frutas y verduras causa en todo el mundo aproximadamente un 19 por ciento de los cánceres gastrointestinales, un 31 por ciento de las cardiopatías isquémicas y un 11 por ciento de los accidentes cerebrovasculares. En cuanto a la actividad física, desde la organización, recomiendan un mínimo de 150 minutos por semana con una intensidad moderada.

«Como positivo, podemos decir que se empezó a cocinar más en las casas. Sin embargo, al analizar qué se cocinó, se percibió que las preparaciones son sobre todo budines, bizcochuelos, panes y tortas, alimentos que tienen alto contenido graso y de azúcar», señaló Watson que también es docente e investigadora en el Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de La Matanza.

«Ante cualquier duda sobre este tema, siempre recomendamos acercarse a un nutricionista matriculado y consultar las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) que brinda el Ministerio de Salud de la Nación en su página web», concluyó la experta.

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