Dime con quién estás saliendo… ¿sus amigos le hacen daño?

Según la profesora Oyinlola Oyebode, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Warwick, en el Reino Unido, en un artículo científico que compartió con la BBC News, no todas las decisiones que afectan a nuestra salud son conscientes e intencionadas, ya que tendemos a copiar el comportamiento de amigos, colegas y parientes que admiramos.

Si, por un lado, podemos ser más propensos a copiar comportamientos positivos de los que nos rodean, por otro, tendemos también a imitar hábitos malos para nuestra salud, como comer y beber en exceso o fumar.

Según Oyebode, el fenómeno ayuda a explicar por qué condiciones no contagiosas, como enfermedades del corazón, derrames y cáncer, a veces parecen pasar de una persona a otra como una infección.

La idea de contagio

Las personas que valoramos y con las que estamos en contacto constante forman nuestra red social.

El estudio Cardíaco de Framingham (Farmingham Heart Research), dirigido por investigadores de universidades como Harvard y Cambridge, analiza el poder de estos contactos sociales desde los años 40, al acompañar a tres generaciones de residentes de Framingham, en Massachusetts, en los Estados Unidos.

La investigación indica que tenemos más probabilidades de ser obesos si alguien en el círculo íntimo es obeso. Según el estudio, una persona es un 57% más propensa a volverse obesa si tiene un amigo o amiga con sobrepeso.

En caso de tener una hermana o un hermano obeso, el porcentaje es del 40%. Y una persona que tiene un socio obeso tiene un riesgo 37% mayor de tener demasiado peso.

El nivel de divorcios y adicción al cigarrillo y al alcohol también parece extenderse entre amigos y parientes.

Las conexiones sociales también pueden afectar nuestro humor y comportamiento. Por lo tanto, no es de extrañar que el humo entre adolescentes esté influenciado por el deseo de popularidad, explica Oyinlola Oyebode. Cuando los adolescentes considerados «populares» fuman, los niveles de dependencia de los cigarrillos aumentan y el número de jóvenes que desean y pueden dejar de fumar disminuye.

Al mismo tiempo, los jóvenes cuyos amigos están más desanimados tienden a desarrollar ese tipo de humor también. En caso de depresión clínica, Los estudios no encontraron evidencia de que pudiera propagarse a través de la convivencia.

Pero el desánimo y el mal humor ya son suficientes para afectar la calidad de vida de los adolescentes y, en algunos casos, pueden aumentar el riesgo de desarrollar depresión clínica en el futuro.

¿Y si el contagio social se utiliza como una herramienta positiva?

«Si copiamos el comportamiento de amigos y familiares, ¿cómo podemos aprovecharlo de la mejor manera posible?»cuestiona a la maestra.

La académica considera que iniciativas como «Enero sin alcohol» («Dry January») o «enero vegan» (Veganuary), que han aparecido recientemente en el Reino Unido, son ejemplos de intentos colectivos de aplicar opciones de vida saludables.

También en el Reino Unido tuvo lugar la campaña «stopoctober» o «pare en octubre», que animó a la gente a dejar de fumar ese mes. Esta iniciativa, basada en estudios que muestran el «contagio» de comportamientos positivos a través de conexiones sociales, ha tenido éxito desde su lanzamiento en 2012.

«Si queremos mejorar la salud de toda una población, quizá sea útil explorar el contagio social, sobre todo a través de personas capaces de influir en muchos. Estos individuos influyentes, que son elementos centrales de las redes sociales, suelen ser admirados por otros, más propensos a compartir experiencias e interactuar con varias personas al mismo tiempo», afirma la profesora.

«Deben realizarse más investigaciones sobre cómo se puede utilizar el contagio de comportamiento para dar eficacia a las políticas públicas, los sistemas públicos de salud y para fomentar elecciones saludables que garanticen una reducción de las enfermedades no infecciosas», concluye Oyinlola Oyebode.