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Prensa Vendida y la Libertad de Prensa: Objetivos Distintos

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Mi amigo y colega Gilberto, ayer por la tarde previo café, me dice «el Estado, propiedad de 33 millones de peruanos, es el botín que están disputándose los filosenderistas, rojos y caviares, violando la Constitución y las normas, colocan a impresentables en el aparato del Estado, se llenan los bolsillos y se  deshacen de la oposición y la prensa independiente».


A Castillo y sus secuaces no les interesa el rol del periodismo: informar, interpretar y guiar a la sociedad de la que es parte. No, prefiere la prensa obsecuente, vendida,  como los llamados grandes medios que se venden por la torta de publicidad estatal, que durante décadas han vivido de ella y  se han enriquecido con los magros recursos públicos a base de chantajear al gobierno de turno retaceándole su respaldo informativo o hasta opinando contra él en caso no contratasen con ellos espacios que vendían al Fisco a tarifa más alta que la que pagaban los anunciadores privados.

El abuso ha sido pues enorme. Pero no sólo medido en rangos econométricos sino, fundamentalmente, por el hecho que esos medios hipotecaron su línea periodística hacia el gobernante con el que negociaban su enriquecimiento a base de cobrar ese servicio vía la formalidad de la llamada torta publicitaria. Cuyo servicio consistía nada menos que en adular al gobernante y, además, en perseguir a sus opositores con tal de imponer políticas que, en su inmensa mayoría, iban contra los intereses del Perú.

En la gran prensa no existe objetividad ni mucho menos la imparcialidad periodística- prensa escrita, radio y tv- por cuanto el periodismo es, por sobre todo, una forma de hacer negocio. Si no es así ¿Me pueden decir un solo medio que sea objetivo? No hay. Muchos colegas tienen sus propias conclusiones y como siempre, cada cual ve las cosas de acuerdo al tamaño de su nariz.

Aún el “medio más plural”, es dueño de una idea política y sirve a intereses más o menos identificables. Tenemos el caso del grupo El Comercio, Grupo La República, Exitosa, Latina, RPP, ATV y otros, donde el ejercicio periodístico ha mantenido de modo tenaz un diálogo permanente con el poder, un diálogo que ha dejado además de lado a la propia sociedad. La gran pregunta es: ¿cómo se forma la opinión pública o cómo se preserva la memoria histórica, si son especialmente los propios diarios la causa directa de la falta de tal estímulo y escaso desarrollo?

Los medios de comunicación son – como muchos-, la expresión deformada de una «realidad» representada. Espacios a priori en blanco, en ellos no se proyectan o ni se tocan las corrupciones, o abusos de poder, que se desarrollan en nuestra sociedad, y sobre todo ocultando lo que acontece, o de lo que se quiere provocar o legitimar en el Ejecutivo o Legislativo, amenazando a periodistas. ¿Siempre fue así o ahora los políticos y propietarios se han trastocado? No me vengan con cuentos.

Es un hecho que desde los últimos 30 años las relaciones entre el poder y los «dueños» de los medios de comunicación han sido «amores crematísticos o políticos» y que el periodismo resultante se ha caracterizado por una ausencia de espíritu crítico, por un pobre análisis de fondo, «maquillaje» al gobierno o líderes de opinión; sólo de manera muy ocasional a la sociedad civil en su conjunto. Hasta la fecha, esto es evidente y no podemos cerrar los ojos.

Hoy en día en nuestra patria se ha olvidado que el periodismo debe ser útil a la Nación en su conjunto, no al poder de turno; que debe estar vinculado con la sociedad y contribuir a formar opinión al tiempo que dota de mayor sentido a las grandes luchas sociales. La libertad de expresión en el Perú a pesar de las amenazas se ha abierto paso y lo sigue haciendo por las luchas de los propios periodistas no comprometidos con el poder.

El problema es que el papel represor que ejerce el «gobierno», hoy también es a detentado por el Congreso, políticos, amos  y siervos de los medios de comunicación. Son censores, por sus propios intereses económicos. La libertad de expresión está en sus manos y por tanto es la lucha de sus respectivos y muy particulares intereses en turno la que determina y orienta los destinos de nuestro futuro como nación.

Y esto también sucedía en la década del 70 y 80, Ejemplo: acaso Ulloa, Beltrán, Miro Quesada, Banchero, Mohme, utilizaban los mismos recursos: defender sus intereses? Claro que si.

Es cierto que aún hay cierto nivel de libertad de expresión, donde el periodismo nacional independiente aún puede decir lo que quiere, pero se hace bajo amenaza o coacción. Una de las acciones de coacción es el chantaje de la publicidad, ya que informar con un criterio diferente a la política del gobierno se penaliza con no recibir las pautas publicitarias. Éstas representan los principales ingresos para los medios de comunicación independientes, a diferencia de la publicidad comercial, que es caprichosa, a corto plazo y no siempre cumplida.

Sobre la libertad de prensa, me parece importante la ardua lucha de los periodistas que no tiene relación con el poder, ya sea político, ideológico, económico o mediático. Ahí, tenemos el caso patético que desde el Congreso de la República se lucha a brazo partido para invadir, de una u otra forma la Libertad de Prensa. ¿Cuál verdad? ¿La tuya? ¿La mía? del gobierno? Gorriti o Acuña que amenazan a periodistas? No jodan.

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