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El Perú se jodió cuando llegaron los gusanos

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El 30 de mayo del 2015 en pysnnoticias decía que «Si realizamos un análisis de interpretación sobre la frase “en qué momento se jodió en el Perú”, que unos dicen con Velasco, Belaúnde, Alan, Fujimori, Toledo y por último Ollanta Humala. Ahora hay que agregar en esta lista a PPK y al «dictadorcillo» Vizcarra.

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Hay que ver diversas posturas que tal vez nos llevaría a elaborar un ensayo que podría tener varias páginas. Pero podemos hacer una reflexión puntual tratando de “explicar” la semanticidad del contenido de la frase.

La frase ¿En qué momento se había jodido el Perú? apareció en la novela Conversación en la Catedral de Mario Vargas Llosa de la siguiente manera: “Los canillitas merodean entre los vehículos detenidos por el semáforo de Wilsón voceando los diarios de la tarde y él echa a andar, despacio, hacia la Colmena. Las manos en los bolsillos, cabizbajo, va escoltado por transeúntes que avanzaban, también, hacia la Plaza San Martín. El era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿En cuál? Frente al Hotel Crillón un perro viene a lamerle los pies: no vayas a estar rabioso, fuera de aquí. El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. Piensa: no hay solución.

A partir de este apartado vamos a tratar de reflexionar en voz alta sobre el significado de la frase aludida.

Que desde una postura antropológica, la frase se centra en la alusión que realiza Zavalita, sobre su condición de ser. Afirma su preocupación, su condición de hombre que en algún momento se había jodido. Esta especie de personalización no hace más que confirmar que Zavalita es el personaje que muestra la “metáfora” de la frustración de la humanidad y su conocimiento. Zavalita no es la imagen del hombre triunfador sino la del hombre “frustrado” el ser derrotado que no sabe cuándo ni porqué ha terminado jodido. Zavalita se afirma no sólo como un individuo que camina junto a otros igual que él, sino que asume el fracaso del ser humano, de su conocimiento cotidiano que no sabe cuándo se había frustrado ni por qué. La aspiración es nula en Zavalita. Él solo conjetura que su contexto también ha llegado a un callejón sin salida. Se construye un país trunco, acabado, minado, fracasado, jodido. La visión antropológica de Zavalita es la cancelación de su condición de hombre, de su cultura, de sus manifestaciones cotidianas. Carlitos su interlocutor recibe la frase cancelatoria de la frustración: El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. Piensa: no hay solución. El hombre o los Hombres van arrastrando la cicatriz del “no ser” y por lo tanto, son incapaces de pensar una cultura diferente. Tal vez, este hecho nos lleve a pensar en que la cadena axiológica de “nosotros los indios” como diría González Prada afirmando nuestro primer intento de “identidad” ha descendido hasta profundidades que aún no terminamos de explicar. No somos un país con valores, no somos más que “individuos” fantasmales caminando por la piel de nuestro país. Dónde ha quedado el respeto, la honestidad, la ética, la puntualidad, la solidaridad etc.

¿Estar jodidos acaso explica nuestra acción axiológica negativa? Los valores nunca se perdieron ahí, están. En todo caso, sólo falta restaurarlos y para ello necesitamos reeducarnos con urgencia dentro de una auténtica moral. Podemos pensar en “nosotros los criollos”, “nosotros los mestizos” o en un gran “nosotros los peruanos”. Hoy somos un país de transeúntes buscando en el fango de la corrupción que nos ha invadido como el kikuyo una pequeña lección de moral. Zavalita afirma que él es como el Perú, una sociedad jodida. Pero aún ese mirada negativa brilla una pequeña ventana hacia la reconstrucción ética de ese “nosotros invadidos de todas las sangres” de ese nuevo hervor cultural que vislumbraba nuestro José María Arguedas.

Puede existir amor a la sabiduría en el trauma de estar hasta el cien o hasta la remaceta como solían decir nuestros padres cuando iban mirando cómo jodiamos, nos jodían el país. Zavalita filosofa, reflexiona, medita, y concluye que estamos mal y al realizar estas actividades simbólicamente con el lenguaje expresa racionalmente que estamos actuando mal como individuos y en consecuencia estamos contribuyendo que nuestro país se hunda en la frustración, el sinsentido, el espacio vacío de estar jodidos.

Nos hemos Preguntado cuanto tenemos los peruanos algo de Zavalita? Queremos seguir su huella? O no queremos saber nada con poder o con la política de Vizcarra, porque somos conscientes que esta decisión nos puede arrastrar a la corrupción que domina al Perú, de pronto elegimos la lucha, porque asumimos que es la única opción moral digna en medio de la podredumbre.

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Jaime Uribe Rocha Periodista y columnista en medios escritos, experto en marketing político

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