La Visión de George Washington de los Tres Peligros por venir a Estados Unidos

La Visión de George Washington de los Tres Peligros por venir a Estados Unidos

La historia y el destino de los países no son algo fuera del interés de los seres que ayudan a la humanidad en su proceso evolutivo, existe incluso un mensaje que diò el maestro ascendido Conde Saint Germain refiriéndose a los tres peligros que le esperaban a la que sería la Naciòn conocida hoy en dìa como los Estados Unidos de Norteamèrica y que viò en una visión George Washington durante el invierno de 1777 en Valley Forge, Pennsylvania.

Las dos primeras partes de la visión se referìan –la primera- a la Guerra de revolución e independencia de las trece colonias inglesas en amèrica del norte, -la segunda- a la guerra civil entre los estados del norte y los del sur de Estados Unidos de norteamèrica –conocida como la Guerra de Secesiòn-. La tercera parte de la visión todavía no se cumple, según Washington, era “la màs temible”.

El Conde Saint Germain refiriéndose una vez a George Washington, expresò lo siguiente:

Si la tercera visión (de Washington) llega a ocurrir (será) porque los hombres no han atendido mi llamado … y porque los que desempeñan cargos oficiales, aunque han conocido mi nombre, no me han llamado pidiendo ayuda, si hubiera guerra sobre esta Tierra, èsta sería revertida únicamente por la intervención divina. Esta es la profecía, amados.

 27 de noviembre de 1986

A continuaciòn, voy a transcribir el relato que fuè publicado originalmente por Wesley Bradshaw y reimpreso en el “National Tribune” de Estados Unidos de Norteamèrica en diciembre de 1880, y que afortunadamente, también fuè publicado en un libro que actualmente està màs al alcance del pùblico:

“Profecìas de Saint Germain para el nuevo milenio” de Elizabeth Clare Prophet, de donde estoy haciendo la transcripción.

LA VISIÓN DE GEORGE WASHINGTON:

La última vez que vì a Anthony Sherman fuè el 4 de julio de 1859 en la plaza de la Independencia, Èl tenía entonces noventa y nueve años, y se estaba poniendo muy débil. Pero aunque era tan viejo, sus cansados ojos se volvieron a encender cuando los posò sobre el Salòn de la Independencia, el cual vino a visitar una vez màs.

“Vayamos al salòn”, dijo. “Quiero contarte un incidente en la vida de Washington, uno que nadie que estè vivo sabe, excepto yo; y si vives lo suficiente, podràs verificarlo.

“Desde el inicio de la Revoluciòn experimentamos todas las fases de la fortuna, buena y mala, una vez victoriosos y otra conquistados. El periodo màs oscuro que tuvimos, creo yo, fuè cuando Washington, luego de varios reveses, se retirò a Valley Forge, donde resolvió pasar el invierno de 1777.

“¡Ah! Con frecuencia he visto rodar las làgrimas de las mejillas de nuestro amado comandante, al conversar con un oficial que era su confidente sobre las condiciones de sus pobres soldados. Indudablemente usted habrá escuchado la historia de que Washington se internaba entre los matorrales a rezar. Bueno, pues esto no solo era cierto, sino que solìa rezar frecuentemente en secreto pidiendo la ayuda y el consuelo de Dios, la interposición cuya Divina Providencia nos ha sacado siempre de los màs oscuros dìas de tribulación.

“Un dìa, lo recuerdo bien, en que los helados vientos silbaban a través de los àrboles desnudos, aunque el cielo no tenía nubes y el Sol brillaba con fuerza, èl permaneció solo en sus cuarteles casi toda la tarde. Cuando salió me percatè de que su rostro estaba un poco màs pàlido que de costumbre, y parecía que en su mente habìa algo de importancia màs que ordinaria.

“Regresando justo después del ocaso, despachò a un ordenanza a los cuarteles del oficial que antes mencionè, que estaba la sazòn a su servicio. Luego de una conversación preliminar de cerca de media hora, Washington, mirando a su compañero con esa extraña mirada de dignidad que solo èl podía dirigir, le dijo:

“No sè si se deba a la ansiedad de mi mente o a què, pero esta tarde, mientras estaba sentado en esta mesa preparando un despacho, algo pareció perturbarme. Mirando hacia arriba, vi parada frente a mì a una mujer singularmente bella. Tan sorprendido estaba, pues habìa dado òrdenes estrictas de que no se me molestara, que pasaron algunos momentos antes de que pudiera encontrar las palabras para inquirir sobre la causa de su presencia.

“Una segunda, una tercera y hasta una cuarta vez le repetí mi pregunta, pero no recibì respuesta alguna de mi misteriosa visitante, excepto una leve elevación de sus ojos. Para esos momentos yo ya sentía que una extraña sensación se apoderaba de mì. Me podría haber levantado, pero la fija mirada del ser que estaba frente a mì hacìa imposible la volición. Intentè una vez màs dirigirme a ella, pero mi lengua se habìa vuelto inútil. Hasta el pensamiento mismo parecía haberse paralizado. Una nueva influencia, misteriosa, potente, irresistible, se apoderò de mi. Lo único que pude hacer fuè dirigirle una mirada constante y vacìa a mi desconocida visitante.

“MIRA Y APRENDE”:

“Gradualmente la atmòsfera que me rodeaba parecía haberse llenado de sensaciones y luminosidad. Todo a mi alrededor parecía haberse enrarecido. La misteriosa visitante se habìa manifestado màs y por tanto era màs clara a mi vista que antes. Ahora empecè a sentir que me morìa, o màs bien, a experimentar las sensaciones que a veces me habìa imaginado que acompañaban a la disolución. No pensaba, no razonaba, no me movìa; todas estas acciones se parecían de una manera imposible. Yo solo era consciente de que miraba a mi acompañante con una mirada constante y vacìa.

“Y entonces, escuchè a una voz decir: ‘Hijo de la Repùblica, mira y aprende’, mientras mi visitante extendía su brazo hacia el este. Y entonces vi un espeso vapor blanco elevarse a la distancia, pliegue sobre pliegue. Esto se disipò gradualmente y vi una extraña escena. Ante mì se extendían en una vasta llanura todos los países del mundo: Europa, Asia, Àfrica y Amèrica. Vi ondular y quebrarse las olas del Atlàntico entre Europa y Amèrica, y entre Asia y Amèrica estaba el Pacìfico.

“’Hijo de la Repùblica’, dijo la misma voz misteriosa igual que antes, ‘mira y aprende’. Y en ese momento contemplè un ser oscuro, sombrìo, que parecía un àngel, parado –o màs bien flotando en el aire-  entre Europa y Amèrica. Inclinàndose para sacar agua del océano en el hueco de cada una de sus manos, rociò algo de agua sobre Amèrica con su mano derecha, mientras que con la izquierda arrojò algo de agua sobre Europa.

“Inmediatamente se elevò una nube desde estos países, y se unió a la mitad del océano. Por un momento permaneció estacionaria, y luego se moviò lentamente hacia el oeste, hasta que envolvió a Amèrica en sus lóbregos pliegues. Agudos destellos de relámpago centelleaban desde ella a intervalos, y escuchè los sofocados gemidos y gritos del pueblo americano. Por segunda vez el àngel se inclinò para sacar agua del océano, y la rociò igual que hiciera antes. Entonces la nube oscura se posò de nueva cuenta sobre el océano, en cuyas pesadas olas se hundió.

“Una tercera vez escuchè decir a la misteriosa voz: ‘Hijo de la Repùblica, mira y aprende’. Puse mis ojos sobre Amèrica y contemplè aldeas, pueblos y ciudades surgiendo uno tras otro hasta que toda la tierra, desde el Atlàntico hasta el Pacìfico, estuvo tapizada de ellos. Y de nueva cuenta escuchè a la misteriosa voz decir: “Hijo de la Repùblica, ya llega el final del siglo, mira y aprende”.

“Y en eso el àngel oscuro, sombrìo, volvió su rostro hacia el sur, y desde Africa vi un espectro de mal agüero acercarse a nuestra tierra. Los habitantes se formaron en tropas para pelear unos contra otros.

“Y mientras seguía mirando vi a un brillante àngel –sobre cuya frente descansaba una corona de luz, en la que estaba escrita la palabra Uniòn–  portando la bandera norteamericana, la cual colocò entre la nación dividida y dijo: ‘Recuerden que son hermanos’.

“Instantàneamente, los habitantes, arrojando sus armas se hicieron amigos una vez màs, y se unieron alrededor de la bandera nacional.

LA INTERVENCION DIVINA:

“Y una vez màs escuchè decir a la misteriosa voz: ‘Hijo de la Repùblica, mira y aprende’. En esto el àngel oscuro, sombrìo, se colocò una trompeta en la boca y tocò tres toques distintos; y tomando agua del océano, la rociò sobre Europa, Asia y Africa.

“Y luego mis ojos contemplaron una temible escena: De cada uno de esos países se elevaron densas nubes negras que pronto formaron una sola. Y de toda esa masa centelleaba una luz roja oscura a través de la cual vi hordas de hombres armados que, movièndose con la nube, marcharon por tierra y navegaron por agua hasta Estados Unidos, que estaba envuelto en el grueso de la nube.

“Y en la penumbra vi a estos vastos ejércitos devastar el país entero y quemar las aldeas, los pueblos y las ciudades que habìa visto surgir antes. Mientras mis oìdos escuchaban el rugir del cañon, el chocar de las espadas y los gritos y llantos de millones en el mortal combate, una vez màs oì decir a la misteriosa voz: ‘Hijo de la Repùblica, mira y aprende’. Cuando la voz callò, el oscuro àngel sombrìo una vez màs se colocò la trompeta en la boca y emitió un toque largo y temible.

“Instantàneamente, una luz como de mil soles brillò desde arriba de mì, penetrò y rompió en pedazos la nube negra que envolvía a Estados Unidos. En ese mismo momento el àngel sobre cuya cabeza aùn brillaba la palabra Uniòn, y que llevaba nuestra bandera nacional en una mano y una espada en la otra, descendió de los cielos acompañado por legiones de espíritus blancos. Estos se unieron a los habitantes de Estados Unidos, de quienes percibì que iban  perdiendo la batalla, pero quienes de inmediato se armaron de valor otra vez, cerraron sus maltrechas filas y reiniciaron la batalla.

“Y de nueva cuenta, entre el temible ruido del conflicto, escuchè decir a la misteriosa voz: ‘Hijo de la Repùblica, mira y aprende’. Cuando la voz callò, el sombrìo àngel por última vez se inclinò a tomar agua del océano y la rociò sobre Estados Unidos. Instantàneamente la nube negra se replegó, junto con los ejércitos que habían salido de ella, dejando victoriosos a los habitantes de esta tierra.

“Y una vez màs contemplè surgir las aldeas, los pueblos y las ciudades donde las habìa visto antes, mientras que el àngel brillante, plantando en medio de ellos el estandarte que habìa traìdo, gritò en voz alta: ‘Mientras las estrellas permanezcan, y los cielos envíen rocìo a la Tierra, durarà la Uniòn’. Y quitándose de la frente la corona sobre la cual blasonaba la palabra Uniòn, la colocò sobre la bandera mientras que la gente, arrodillándose, decía ‘Amèn’.

“La escena empezó instantáneamente a desvanecerse, y al fin ya no vì nada màs que enroscarse al vapor que vì al principio. Cuando esto también desapareció, me encontrè una vez màs mirando a mi extraña visitante, quien –con la misma voz que habìa escuchado antes-  me dijo:

“Hijo de la Repùblica, lo que has visto se interpreta de la siguiente manera:

“Tres grandes peligros vendrán sobre la Repùblica. El màs temible es el tercero, contra el cual ni todo el mundo unido podrà prevalecer. Que todo hijo de la Repùblica aprenda a vivir para su Dios, para su tierra y para la Uniòn.”

“Con estas palabras la mujer se desvaneció, me levantè de mi asiento y sentí que habìa visto una visión en donde se me habìa mostrado el nacimiento, el progreso y el destino de los Estados Unidos.”

“Esas, amigos mios”, concluyò el venerable narrador, “fueron las palabras que escuchè de los mismos labios de Washington, y bien harían los Estados Unidos en beneficiarse de ellas.”

UN BREVE ANALISIS:

Es asombroso encontrar que en la visión de George Washington se menciona a un àngel que lleva sobre la frente una corona de luz con la palabra Uniòn, que lleva además en una de sus manos la bandera de Estados Unidos de Norteamèrica, y al final de la visión, se quita dicha corona y la pone sobre la bandera; en mi artículo publicado también en esta sección de “Extra realidades” de esta página web de “Pysnnoticias”, titulado “EL ESPIRITU GUARDIAN O CUSTODIO DE ESTADOS UNIDOS Y OTROS GUARDIANES VINCULADOS”  menciono precisamente al Espìritu Custodio o Guardian de Estados Unidos, quien lleva el nombre de “SEÑOR DE LA UNION”, invito a leerlo a quienes todavía no lo hayan hecho.

Por lo que menciona la descripción de la visión sobre el tercer peligro (en la parte subtitulada “LA INTERVENCION DIVINA”) se describe que la maltrecha situación de los habitantes de Estados Unidos –“que iban perdiendo la batalla”– es revertida Gracias a la intervención divina (según se menciona en la descripción de la visión: Esa ayuda proviene en forma de espíritus blancos que descienden del cielo precedidos por el àngel que llevaba la corona de luz con la palabra “Uniòn”). Esto es algo evidentemente metafórico y puede interpretarse de muchas formas, pero queda claro que la ayuda proviene del cielo, es decir, se hace necesario pedir la intervención divina. Quienes combatan en defensa de Estados Unidos en cualquier posible conflicto armado en su territorio necesitaràn esa ayuda para revertir la derrota inicial, NO BASTARA EL PODERIO MILITAR Y BELICO EN CASO DE QUE ESE TERCER PELIGRO LLEGUE A MATERIALIZARSE; y precisamente, al haber ganado las últimas Elecciones en Estados Unidos el Sr. Donald Trump, y viendo que en su carta natal, en su casa doce (casa del trabajo espiritual y de los enemigos ocultos) se encuentra el planeta marte en el signo Leo, cuando ya existe toda una Guerra comercial entre Estados Unidos y China y ya los paises islámicos tienen animadversión hacia Estados Unidos por diversas razones, pesando enormemente la animadversión entre Irán y Estados Unidos, podría darse el escenario para este tercer peligro, por lo que entonces se hace necesario tomar las precauciones que sean del caso. En el caso de la visión de este tercer peligro, no debe tomarse como el anuncio inminente de algo que va a suceder, sino como una advertencia de lo que iría a producirse en caso de que no se tomen las precauciones necesarias o no se hagan los cambios que deban realizarse, por lo que la Prudencia en este caso recomienda guardar la paciencia y la cordura antes de tomar decisiones.