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El fracaso de la escuela es el fracaso de la sociedad

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Recuperemos la familia y la escuela, y a partir de ellas recuperemos nuestra sociedad.

Ex Viceministro pide mayor compromiso en las escuelas para avanzar.

Por Guillermo Molinari Palomino

Ex Viceministro de Gestión Pedagógica 

Hasta hace aproximadamente unos 40 años veíamos escuelas donde los estudiantes mostraban su disposición por aprender, profesores que captaban la atención de sus estudiantes sin tener toda la tecnología con la que ahora cuentan, directivos que podían gobernar y dirigir la institución educativa y padres de familia que acompañaban a sus hijos a la escuela. Estos diversos aspectos hoy nos presentan una realidad distinta, que afecta en todos sus niveles a la escuela.

La escuela que vivimos muchos de nosotros estuvieron asociadas a las confesiones religiosas, que pretendían también educar a sus feligreses; que no se desprendió de presentar un carácter sagrado. Es entre los 80 y los 90, que esta estructura educativa comienza a perder presencia y vigencia, la propuesta comienza a secularizarse y perdió el impacto educativo que tenía, y hoy vemos que quienes acuden a estas escuelas lo hacen más por tradición y/u obligación, más que lo que creen en la propuesta.

Los cambios del último cuarto del siglo XX, golpeo la escuela tradicional generándole profundas transformaciones que alteraron seriamente la manera de ser de los adolescentes y de los jóvenes. Hoy sin capacidad de respuesta esta escuela se encuentra totalmente desbordada por las demandas de sus estudiantes que no llega a satisfacer.

Los docentes son la herramienta parea llegar a los niños

Una escuela que dejo de dar alternativas de formación técnica a sus estudiantes preparándoles para insertarse en el mundo del trabajo, donde la violencia que se da en las calles se traslada al ámbito de la escuela, donde la crisis de la autoridad en la familia ya se trasladó a la escuela, donde se le comenzó a los estudiantes a “conocer y defender sus derechos” y descuidar enseñarles que primero uno debe aprender a cumplir con sus deberes y responsabilidades. La crisis de la sociedad es la crisis de la familia, de la escuela y de la iglesia.

En unos tiempos donde se vive a una velocidad impresionante, donde los padres ya no se sientan con toda la familia a tomar sus alimentos, dialogar y orientar a los hijos, en una escuela donde se pretende obtener resultados de mediano y largo plazo con sus estudiantes y se enfrenta a estos ritmos de un tiempo donde impera lo inmediato.

Avance de tecnología

Hoy el avance de los medios de comunicación y de internet, la forma en la que circula el conocimiento en la actualidad; le está costando a los docentes, que no fueron formados para atender esta modernidad, cada vez más al tener que competir con estos nuevos difusores.

Tenemos que uno de los principales desafíos que enfrenta la escuela es la pérdida del monopolio de la información que tradicionalmente tenía, en la actualidad contamos con más información fuera que dentro de la escuela, multiplicidad de valores que priman en la sociedad, las exigencias de un mundo diverso y cambios en la vida de los profesionales, le complica a la educación formular un modelo educativo que atienda y satisfaga las expectativas de las familias y de la sociedad en su conjunto.

Un segundo tema es las nuevas relaciones que se han establecido entre la escuela, la familia y la sociedad; en donde encontramos una total desarticulación.

Una escuela que no ha sido capaz de implementar nuevas formas de relaciones y convivencia entre docentes y alumnos y las nuevas formas de enseñar y aprender. Donde los estudiantes manifiestan su malestar con lo que enseñan o la forma en que enseñan sus maestros…”lo que enseñan es aburrido”… en esta realidad los intereses de unos y otros se encuentran enfrentados, escenario propicio para la pérdida de autoridad.

Un modelo educativo que en lugar de acortar las brechas las ha agudizado, con opinologos y consultores que nunca han pasado por la escuela básica, con aulas con 30 o 40 sujetos con distintas características e historias familiares muy diferentes que sus docentes no llegan a conocer. Estudiantes con procesos y tecnologías diferentes, pero que son tratados como si todos fueran iguales. Esto ha generado que el trabajo del docente sea mucho más complejo. En un contexto más difícil por la pérdida de autoridad de la función.

La imagen y ministerio que tenía el docente en el pasado ha sido sustituida por la de un trabajador de la educación. Esta pérdida de autoridad y presencia social, han caminado con la desvalorización de sus conocimientos. Hoy a nuestras escuelas ingresaron problemas como la delincuencia y las drogas, esto junto al choque generacional con los maestros, ya que estos entran en conflicto con las nuevas formas de socialización y de ver el mundo que tienen los jóvenes.

La educación debe ser primordial en el presupuesto nacional.

¿Cuál es la escuela del siglo XXI?

Necesitamos una escuela que se ajuste a los cambios del mundo digital, con una organización interna flexible y moderna, con una atención personalizada al estudiante, que responda a sus expectativas de aplicabilidad de lo aprendido a sus vidas, con un sistema escolar diversificado, dinámico y en continua transformación.

El futuro exige múltiples maneras de educar, por lo tanto diferentes tipos de escuelas, con modelos presenciales y a distancia, escuelas más familiares, que garanticen el derecho de todo ciudadano a educarse.

Docentes con gran capacidad innovadora, con disposición a aprender y cambiar de manera permanente, que asuman los cambios del mundo digital, que demuestren autoridad personal, profesional y social.

Con familias que recuperan su autoridad, que promuevan la comunicación y el dialogo como su principal forma de convivencia, con sólidos valores y prácticas de vida que sirvan de ejemplo a los niños y adolescentes.

Directores y gestores comprometidos con la axiología y filosofía de la escuela, dispuestos a aprender de manera permanente, con alto sentido de la autoridad y defensa de los derechos del niño y el adolescente.

Recuperemos la familia y la escuela, y a partir de ellas recuperemos nuestra sociedad.

 

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