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La historia recontra negra de El Comercio y los Miro Quesada

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Se le viene la noche a grupo El Comercio de la familia Miro Quesada, que concentra el 80% de la propiedad de los medios de prensa escrita (Correo, Ojo, Perú 21, Gestión y El Trome entre otros), y tiene parte de la propiedad del Canal 4 de señal abierta y es dueño del Canal N de cable.

Alois Miro Quesada koechlin, hijo de Alfonso Miro Quesada de la Fuente y María Susana Koechlin Von Stein, lleno de coraje le envía una carta a Gabriel Miro Quesada, jefe del directorio del diario El Comercio, donde transmite su indignación por los  casos de corrupción.

Una sorprendente carta que se ha hecho pública  y  vale la pena conocer, escrita por uno de los más jóvenes accionistas del grupo El Comercio, en donde muestra su indignación por las noticias de corrupción sobre todo relacionadas con José Graña que han manchado la reputación del diario y del apellido Miro Quesada tan relacionado a su historia

Asqueado por la corrupción, en ella llama la atención, sobre todo, del jefe del directorio, Gabriel Miro Quesada, por la poca reacción que se ha tenido para recuperar la credibilidad y limpiar su reputación, haciendo ver que esta preocupación es el sentir de todos los accionistas. Esto seguramente está directamente relacionado con el comunicado y editorial publicados recientemente en el Diario El Comercio sobre este tema.

Avergonzado por las circunstancias y la sideral merma de tiraje y caída de publicidad comercial; estados financieros que paran los pelos a los banqueros y financistas que antes convenientemente les ayudaban; guarismos que enfurecen a demasiados accionistas; con unas elecciones generales ad portas cuyo resultado pudiese desembocar en un proceso judicial por vender información y opinión al gobernante de turno, pagada por el Estado; y con un candidato presidencial que puso el dedo en la llaga denunciando las verdades alrededor de este caso emblemático.

El Comercio emitió un plañidero comunicado

Que  frente a todo ello, viéndose perdido, el grupo El Comercio emitió un plañidero comunicado para aclarar lo que nunca pudo ni podrá. Con el mayor de los desparpajos, apelaba a una victimización contraindicada ante las evidencias que corroen a la otrora prestancia que tuvo El Comercio. En su carta, Alois Miro Quesada demuestra que dentro del diario, y sobre todo en las nuevas generaciones, también hay ejemplos de decencia y de preocupación por que las cosas se manejen de manera correcta:

Carta de Alois Miro Quesada

Hola a todos, en especial a ti Gabriel, espero que estén muy bien!!

Quería comentarles un par de puntos que considero relevantes e importantes para nuestra empresa!! Como ya saben, venimos perdiendo valor patrimonial considerablemente, por un tema de credibilidad, ya que somos vistos como una empresa a los servicios de la corrupción y del Estado.

Lamentablemente, no es ajeno a mi memoria, ya que desde muy chico vi en la empresa prácticas muy deshonorables de cómo se robaban y traicionaban entre primos y no lo digo yo, lo sabe todo el Perú;

Creando una atmósfera de odio, resentimiento y distanciamiento entre primos, que felizmente ya no se vive en mi generación!!

Ahora por culpa de un accionista que cegado por la plata y el poder , no le bastó sólo el gobierno de Alejandro Toledo si no, que siguió sus malas prácticas hasta el gobierno de Martin Vizcarra; dejando unos 55 mil millones de sobrecostos en obras, haciendo más pobre al Perú y dejando en miseria y hambruna a miles de familias ; Y claro también destrozando nuestras marcas y patrimonio , que le servían como escudo protector para toda su corrupción!!

Nunca tuvo la decencia de dar un paso al costado, nunca tuvo el gesto y la humildad de hacer un mea culpa hacia nosotros los accionistas , por el contrario para él no pasó nada y para los accionistas tampoco, nadie dice nada, hasta hace pocos días que varios accionistas humillados y avergonzados por hechos ajenos a nosotros , nos unimos para pedir al Directorio un COMUNICADO y una CAMPAÑA en nuestras plataformas y marcas donde se deslinde responsabilidad hacia todos los accionistas y se esclarezca a la opinión pública , que en el Grupo El Comercio somos una familia unida y no corrupta asociada a las empresas en cuestión; Odebrecht y Graña.

Ya despierten que los que estamos sufriendo y sufriremos estas consecuencias durante la próxima década seremos nosotros, mi generación, ya que la generación de este accionista y sus secuaces ya están de salida (y espero que pronto ) ya que nos han hecho un daño terrible y casi irreparable.

Yo, así como un importante grupo de accionistas, pedimos y exigimos al Directorio que publique un comunicado a todas nuestras plataformas y marcas y no solo una vez, varias veces para que se posicione en la mente de nuestro lector y del Perú en general, la realidad de nuestra empresa.

No entiendo hasta ahora como no se ha hecho nada y mejor aún poner noticias de cómo va su proceso (parece un fantasma nadie habla de él) no tenemos que cuidar y esconder a un accionista que nunca se preocupó por nuestra empresa y menos x nosotros, su familia.

El que calla otorga por eso yo no callo!!

Y no tengo por qué pasar vergüenza cada vez que salgo a la calle y escucho un comentario desatinado hacia mi familia y patrimonio!!

Me gustaría que investiguen y analicen un poco todos los comentarios de nuestra audiencia en nuestras plataformas digitales, y traten de entender en la crisis comunicacional y de credibilidad que tenemos, es realmente muy triste y preocupante haber llegado a este punto.

Necesitamos una estrategia comunicacional urgenteeeee!!

Es hora de despertar, no hay más tiempo que perder,estamos perdiendo lo más valioso que tenemos nuestra credibilidad e imagen!!

Ya basta de corrupción el País ya no aguanta más!!

Adjunto la carta a la opinión pública

Saludos,

Alois Miró Quesada Koechlin

Quien haya leído “Amos y siervos en El Comercio”, la historia Negra de los Miro Quesada, del periodista José Pardo Castro, encontrará que todo lo que se lee ahí es, hoy por hoy, historia cotidiana en los pasillos de su casi centenario local. El trato que estos vástagos de nuestros viejos oligarcas les dispensan a sus trabajadores es casi el mismo que les daban a sus empleadas de servicio en sus mejores épocas. Literalmente. Y para terminar de dibujar la comparación, los botan a la calle con las mismas excusas y palabras vagas conque botan a la nana que dejó caer al piso o ensuciar su traje nuevo al nene de la casa. Literalmente tal como contaba Pardo Castro hace más de cincuenta años. ¿La razón? Pues, aunque parezca paradójico, una sola: la voracidad del grupo familiar. Desde entonces perdió su dignidad, identidad y los principios de sus fundadores Amunátegui y Carranza. Pero, sobre todo violó la norma de vida que inculcó el patriarca de la familia, al extremo que no es ni la sombra de lo que fue hasta hace tres décadas.

En febrero del 2008, Cesar  Hildebrandh, en el diario La Primera, señala  “Desde hace más de un siglo unos chilenos crearon una empresa editora, defensora de intereses chilenos y retorcida de inmoralidades y traiciones, que funge de árbitro moral del Perú pretendiendo que sus editoriales y opiniones sean la última palabra en materia moral, intelectual y legal”.

Para conocer un poco más de la sucia historia de El Comercio y de su directorio, que ostenta el apellido Miró Quesada como si fuese símbolo de alcurnia, veremos que no hay nada de alcurnia, sangre azul, abolengo o páginas sociales, tal vez deberían figurar en las páginas policiales.

Leamos lo que dijo César Hildbrandt en La Primera:

Cesar Hildebrand

Lima, 5 de febrero del año 2008

Sr. Director del Diario El Comercio

Quizás pueda decir usted, señor director, que ­ayer, en mi respuesta a sus infames insinuaciones, sólo hablé de una de las fuentes en el sonado caso de estafa y apropiación ilícita que protagonizaron algunos directivos de El Comercio.
En efecto, ayer me atuve a la versión de don Luis García Miró Elguera, ex gerente de El Comercio y denunciante de lo sucedido en el periódico. Pero como yo no hago lo que sus “investigadores” hacen sistemáticamente, intentaré, en esta nueva carta, con su permiso obviamente, dar “la otra versión de los hechos”, es decir la versión de ustedes, la versión de El Comercio.
Esa versión, que tengo ante mí vista, es escabrosa, por decir lo menos. Y lo es porque ­acusa a Luis García Miró Elguera de tantas faltas y delitos que no entiendo cómo es que ustedes no pelearon hasta ver en la cárcel al delincuente que describieron en su contestación a la demanda.

Bajo el título “Sobre su supuesta trayectoria “intachable”, El Comercio acusa a quien había sido su gerente general durante nueve años de lo siguiente:
a) Responsabilidad en el fraude de 474,200 soles perpetrado por espacio de 16 meses por el señor Jesús Fernández Dávila.
b) Cargo de 950,000 soles a Promotora Ecsa S.A. para regularizar vales personales, “claramente realizado para esconder el problema de los vales provisionales irregulares del señor Luis García Miró Elguera…”
c) Un faltante de caja de 1’261,144 soles, descubierto tras el arqueo realizado el 23 de septiembre de 1992.
d) La sustracción de 30,000 dólares “del cajón del cajero”, hecho que se repitió, increíblemente, en mayo de 1993.
e) Autootorgamiento por don Luis García Miró Elguera de 328,623 soles “a cuenta de beneficios sociales… sin contar con la autorización del Directorio”.
f) Ocultamiento del informe de Moreno, Patiño y Asociados, el que “señalaba una serie de irregularidades en la administración de la ­empresa”.
g) La existencia de vales en caja por un valor de 5’852,690 soles “sin la autorización correspondiente”.
h) Auto otorgamiento por don Luis García Miró Elguera de préstamos personales por un valor de 570,357 soles “sin conocimiento del Directorio”.
i) Sustracción, días antes del arqueo de caja, de “los documentos que sustentaban el faltante”.

Señor director: si todo lo que El Comercio alega fuese cierto, entonces habría que decir que su periódico tuvo, durante nueve años, a un encorbatado malandrín como gerente general.
La enorme duda que surge es esta: si todo eso era cierto nadie sabría explicar por qué, entonces, el periódico llegó ­a acordar con el mismo García Miró una “transacción caballerosa” ocurrida en enero de 1994, cuando todo lo enumerado por El Comercio se conocía de sobra y había sido tratado en Directorio.
¿Transacción caballerosa con alguien capaz de sustraer documentos y dinero de caja? ¿O, más bien, señor director, necesidad de transar con quien sabía demasiado de las cuentas secretas y otros desmanes contables de los que hay también registro y documentación? ¿O, para decirlo criollamente, un señor rabo de paja que aconsejaba el silencio, silencio que tuvo que romperse sólo cuatro años más tarde en los juzgados y ante las denuncias de un García Miró que se sintió vejado y traicionado?
Porque eso del rabo de paja es un asunto clave para El Comercio. Como el periódico tiene un enorme talento para intuir quiénes la deben y la temen, lanza sus amenazas, ­ahora también teledirigidas, a blancos bien escogidos. Blancos como algunos pusilánimes miembros del Consejo Nacional de la Magistratura, quienes, bajo la presión casi extorsiva del periódico, se han apresurado a decir que investigarán a la Fiscal de la Nación. Y todo porque a la Fiscal de la Nación no le da la gana de arrodillarse ante El Comercio. Porque El Comercio está “acostumbrado” a que el Estado se le rinda y los presidentes lo adulen. Y hay poseedores de kilométricos rabos de paja que así lo hacen.

Disculpe, señor director. Me salí del tema. El tema era que ustedes “transaron caballerosamente” con quien, cuatro ­años más tarde, resultó ser, según vuestras propias palabras, un hombre que no tenía nada de intachable.
Ahora bien, el alegato de El Comercio en contra de Luis García Miró Elguera reconoce explícitamente la existencia de las famosas cuentas secretas. Cito textualmente:

“Cuentas en el extranjero.- A este respecto manifiesta el demandante que al hacerse cargo de la Gerencia General “tomé conocimiento de la existencia de cuentas secretas bancarias existentes (sic) en el extranjero… uno de cuyos principales beneficiarios era precisamente Alejandro Miró Quesada Garland”. La afirmación es parcialmente falsa. Lo único verdadero es que las cuentas existieron”. (Fin de la cita).

Eso dice el alegato de El Comercio, señor director: “Lo ­único verdadero es que las cuentas existieron”. Y ese documento está suscrito por don Guillermo Lohmann Luca de Tena, apoderado de El Comercio, e ingresó al primer juzgado civil de Lima el 18 de noviembre de 1998. Claro que el mismo documento añade que fue don Luis García Miró Elguera quien “abrió y operó” dichas cuentas. O sea que El Comercio culpa a don Luis García Miró Elguera ¡hasta de la existencia de las cuentas secretas! Menos explicable entonces la “transacción caballerosa” de enero de 1994.

Nada dice El Comercio, sin embargo, sobre cuánto tiempo tuvieron esas cuentas (fueron once años realmente), ni quiénes se beneficiaron ni con cuánto (fueron seis miembros de su Directorio), y nada de nada respecto de la procedencia de esos fondos no declarados (eran pagos, por debajo de la mesa, de proveedores de El Comercio, según García Miró). Y nada aclara en relación a lo que llamó “repatriación de fondos” cuando de lo que se trató fue de cancelar el saldo que existía en 1993 (más de ochocientos mil dólares) sin decir ni una palabra sobre los años anteriores.

Es más, los ochocientos trece mil dólares “regresados” ni siquiera fueron a parar a la empresa. Fueron repartidos de inmediato entre todos los accionistas de El Comercio, quienes recibieron sendos cheques por distintos valores según su jerarquía accionaria. Álvaro y Bernardo Roca Rey recibieron, por ejemplo, 24,706 dólares por cabeza mientras José Graña Miró Quesada obtuvo 37,036 dólares. Alejandro Miró Quesada Garland, que se había beneficiado durante once años con sumas salidas de las cuentas secretas, fue paradójicamente favorecido con otros 52,051 dólares y doce centavos salidos de esos mismos fondos.

Así “resolvió” su periódico, señor director, el grave asunto de las cuentas en el exterior no declaradas. ¿Y así se yergue como el periódico que decide quién debe ir a la cárcel y quién no, quién debe ser ensuciado por sus insinuaciones y quién lavado por su interés, quién merece ser linchado socialmente y quién debe aparecer en su página de Sociales? ¿Con ese rabo de paja (y con otros plenamente documentados) se considera usted, señor director, el Procurador imaginario del Perú? ¿Y con ese y otros “pasados” (y presentes) quiere usted que todos tiemblen ante sus “investigaciones”? No me haga usted reír otra vez. Si usted no respeta la honra de quienes no le rinden pleitesía, no espere ser de verdad respetado.

Pero no se puede usted quejar. En esta carta he cumplido con aquello que el tirano espacio no me permitió ayer: dar la otra versión, citar la ­otra orilla, hacer eso que ustedes no practican con la frecuencia que deberían.

Con la modestia de siempre, se despide su muy remoto colega

César Hildebrandt

Cuanta verdad, en todo ello, hoy El Comercio se victimiza al no tener argumentos para levantar los cargos que se les imputan, ruegan compasión a quien sigue siendo su víctima. Es decir, al ciudadano a  quien sometió sus puntos de vista hegemónicos, so pena de convertirlo en muerto civil-  hoy le reventó en la cara.

Opinión publica que El Comercio ha mantenido canallescamente desinformada, engañada y sometida a sus intereses durante años. Pero por circunstancias de esta realidad tan cambiante que está viviendo nuestro país, hoy se repite aquella máxima que el mundo da muchas vueltas. Y todo lo que ayer estuvo arriba, hoy se viene en picada.

Seguirá indignamente bregando en defensa de Odebrecht, del Club de la Construcción, a favor de presidentes corrompidos como PPK y Vizcarra ¿Y tienen la cara de hablar de honestidad denostando a los opositores de la corrupción? De ser corresponsables del acoso, persecución y suicidio de Alan García?  Un cambio generacional incorporando a la hora undécima cargará con este lastre excesivamente pesado. Considerando que, además, hace una década la industria periodística mundial atraviesa por una crisis cuasi terminal.

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