Invisibles en nuestra comida, las fibras, sin embargo, ocupan un lugar preponderante en nuestro balance alimenticio sin aportar calorías. Esta es una de las razones por las que estas fibras esenciales son un buen activo para adelgazar.

¿Qué es la fibra?

La fibra dietética son sustancias que sólo se encuentran en las paredes celulares de las plantas, es decir, granos, verduras, frutas y algas.

Los primeros, como su nombre lo indica, se disuelven en agua. Los insolubles se hinchan con agua como una esponja. Todos forman un volumen beneficioso para el tracto digestivo. De ahí su otro nombre de «comida de lastre».

No hay fibra dietética en alimentos de origen animal (carne, pescado, huevos, productos lácteos), ni en aceite y vino (aunque sean de origen vegetal), ni en el Azúcar, ni en el agua.

Como somos animales y no plantas, no hay fibra dietética almacenada en nuestro cuerpo. Y sin embargo, son indispensables para nosotros.

Fibras, ¿cómo funciona?

A diferencia de las vacas, no tenemos una enzima en nuestro cuerpo que pueda atacar las fibras. Resultado? No se digieren en el estómago ni en el intestino delgado y llegan intactos al intestino grueso, donde progresan poco a poco.

Como no se degradan, la fibra dietética no proporciona calorías.

Pero durante este viaje, las bacterias intestinales se ocupan de ellas: las fibras comienzan a fermentar. Y luego liberan subproductos: un tipo particular de ácidos grasos y gases.

Es toda esta actividad intestinal intensa que tiene efectos beneficiosos sobre nuestra salud.

Los beneficios de la fibra

Gracias a su acción sobre el trabajo del intestino y su volumen, las fibras son sobre todo esenciales para evitar el estreñimiento. También reducen el riesgo de tener hemorroides, divertículos y, muy probablemente, cáncer de colon .