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Más animalitos que parecen inofensivos, pero que pueden ser mortales
Existen en la naturaleza mucho más animales de este tipo que, ya sea por que sólo más pequeños, de colores o curiosos, pueden engañar a la mayoría de personas con relación a su peligrosidad. Echa un vistazo a:
Tarantulas asesinas
Ya estamos acostumbrados con tener cuidado con las tarántulas. Después de todo, todo el mundo sabe que ellos pueden ser muy peligrosas. Y debemos tener mucho cuidado, porque una de las especies, la Lonomia, produce un potente veneno que puede causar insuficiencia renal, hemorragias y hasta la muerte. La buena noticia es a que existe un antídoto para el caso de accidentes — el Antilonómico —, producido a partir de las cerdas del insecto por el Instituto Butantón.
Serpiente marina
El veneno de la serpiente marina nariz de gancho contiene neuro y miotoxinas potencialmente letales, y una cantidad de sólo 1,5 mg es suficiente para matar a un humano adulto.
Veneno camuflado
Él suele estar en el fondo del mar próximo a los corales o las rocas, donde permanece cuidadosamente camuflado, esperando que algunos de sus presas camine sobre él. Su cuerpo es cubierto por espinas llenas de veneno, y, cuando no provocan la muerte, el dolor es tan insoportable que es normal que las víctimas en el caribe imploren por amputaciones del miembro alcanzado.
Avispa de mar
He aquí más de una criatura que, afortunadamente, no habita en nuestras aguas. Nativa de la región de la Australia, esta agua-viva letal, a pesar de la apetencia super delicada, cuenta con una cantidad de veneno en sus tentáculos suficiente para matar a 60 personas adultas en cuestión de minutos. Las avispas de mar lanzan su veneno a mínimo contacto, y los tentáculos siguen siendo mortales, incluso después de haber sido separados del cuerpo del animal.
Estas bellas asesinas producen una de las neurotoxinas más potentes del planeta que, en contacto con la piel, entra en el torrente sanguíneo, disolviendo los glóbulos rojos. Entonces, sufren un impresionante colapso generalizado, marcado por las dificultades respiratorias, falencia del sistema linfático y el paro cardíaca. Tres de cada diez personas no resisten al ataque, y los supervivientes pasan semanas enteras sufriendo de dolor.