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Lo del Frontón no fue masacre, sino un combate: hoy negocio de ONGs
Lo del Frontón no fue masacre, sino un combate: hoy negocio de ONGs
Los que estuvieron en esta operación hicieron lo que tenían que hacer. No fue un paseo, fue un combate. El tema pasó a ser un caso político y un buen negocio para las ONG. ¿Esta gente de qué vive? De eso, pues, buscan desprestigiar a la Marina sin importarles el costo. No me cansaré de decir que estamos sobreviviendo tiempos verdaderamente trágicos en el Perú en un “mundo al revés, donde pirañas vuelan y los buenos de la películas son los terroristas, los malos quienes los combaten, hasta lo califican de genocidas. En ningún país que se precie de ser democrático, además de respetuoso de un Estado de derecho, sus jueces admiten benevolencia alguna para los terroristas.
EL TRABAJO DE ONGs
1.Caviares, CVR, La República y rojetes sostienen que el 18 de junio de 1986, el presidente Alan García, ordenó la matanza de más de 300 reclusos que se habían amotinado en tres penales de Lima.
2.Que algunos penales fueron bombardeados y los reclusos que salieron con vida ejecutados. Se trata de la mayor matanza de presos -la mayoría de ellos no habían sido condenados- removió conciencias pero tuvo la bendición de la Internacional Socialista.
3.Que el ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez expresó en Lima, al inaugurar el 17º Congreso de la Internacional Socialista, la confianza de la organizacion en el Gobierno presidido por Alan García, al que reconoció su “autoridad democrática y voluntad de paz”.
4.Lo mismo pasó con Felipe González, que asistió como vicepresidente del 17 Congreso de la IS. Elena Flores, secretaria de Política Internacional del PSOE, el ex ministro Enrique Barón y Ludolfo Paramio, de la Fundación Pablo Iglesias: ninguno de ellos se atrevió a condenar la terrible masacre.
5.Que antes de lo ocurrido el 18 y 19 de junio de 1986, ya diversos hechos advertían la posibilidad de esa masacre. El jefe de la inteligencia naval contralmirante Carlos Ponce de León Canessa, había caído víctima de la violencia política un par de días antes.
El jefe de la armada amenazó con que “le han pisado la cola al león», “hay gentes que son irrecuperables“, “dicen patria o muerte; en lo segundo les daremos en el gusto.
6.Que en la isla del Frontón, derribaron a bombazos el Pabellón Azul, donde se habían parapetado los reclusos. Muchos de ellos murieron aplastados por el derrumbe de las pesadas paredes del edificio, pero muchos otros cayeron abatidos por las balas disparadas a distancia por la fuerza de Infantería de Marina.
7.Que alrededor de 200 presos recluidos en el Penal San Juan Bautista -ex Frontón- se insubordinaron el 18 de junio y tomaron como rehén a un trabajador penitenciario al que, sin embargo, pronto le pusieron en libertad. Tenían en su poder dos fusiles y algunas armas blancas, además de palabras dichas y escritas, que proclamaban su voluntad de exigir mejores tratos para ellos y sus familiares en los días de visita.
8.Que ante las evidencia de la masacre Alan Garcia como Pilatos se lavó las manos y señaló:
«O se van todos los responsables o me voy yo”, pero no hubo ni lo uno ni lo otro.
Han pasado 38 años y varios «Infantes de Marina» siguen enjuiciados ante la arremetida de ONGs defensoras de terroristas en el Magisterio Publico, Poder Judicial y complicidad de la prensa proterrorista? ¿Pero cuál es la verdad? ¿Cómo sucedieron los hechos?
Durante la guerra contra el terrorismo, El Frontón fue utilizado para albergar a presos comunes y terroristas considerados de alta peligrosidad, por ser más seguro. La seguridad de la isla penal estaba a cargo de la Guardia Republicana y los presos por terrorismo estaban concentrados en el denominado Pabellón Azul.
El 13 de abril de 1985, los delincuentes terroristas realizaron un motín exigiendo mejoras carcelarias. Tres meses después, el 13 de julio los senderistas encarcelados se amotinaron simultáneamente en los penales de Santa Barbará (mujeres), San Juan Bautista “El Frontón” y San Pedro (Lurigancho), tomando como rehenes a policías y empleados penitenciarios. En este recinto además de una población carcelaria de alrededor de 250 delincuentes comunes, se encontraban detenidos cerca de 130 entre acusados y sentenciados por terrorismo, por la ejecución de asesinatos colectivos y masivos, atentados con explosivos y destrucción de bienes públicos y privados, y enfrentamiento armado a las fuerzas del orden.
El 28 de julio de 1985, asume la Presidencia el joven Alan García Pérez, justo cuando nuestro país estaba golpeado por Sendero Luminoso. Su ascenso al poder fue motivo para que el Perú sea designado sede del “Congreso de la Internacional Socialista” que debía realizarse al año siguiente. La Internacional Socialista es la más antigua y mayor asociación política internacional, está integrada por los partidos socialdemócratas del mundo. Representa actualmente a 152 partidos políticos y organizaciones de todos los Continentes y tiene un respaldo de más de 150 millones de votantes.
Sus líderes acordaron realizar su XII Congreso en Lima del 20 al 23 de junio de 1986, con la asistencia de personalidades y representantes de partidos políticos de más de cincuenta países, y una gran cobertura de la prensa internacional. Como todo evento de esa naturaleza, los delegados arribaron al país unos días antes. Precisamente en esos días los terroristas de Sendero Luminoso presos, ejecutaron su plan de amotinamiento.
Ya lo tenían todo preparado, el 21 de mayo de 1986 los terroristas de Sendero Luminoso presos en tres penales de Lima presentaron una acción de amparo ante el Poder Judicial exigiendo mejores condiciones carcelarias, la cual fue admitida y concedida (antes los senderistas internados en el Penal San Pedro -4 de octubre de 1985- se resistieron a una requisa de armas y se amotinaron, denunciando un supuesto plan de “aniquilamiento” en su contra). En base a aquel amparo los terroristas tomaron el control de los pabellones de las cárceles donde estaban recluidos, al extremo de no permitir a ninguna autoridad del penal ingresar a lo que ellos llamaban su “luminosa trinchera de combate”. Los agentes del INPE o de la policía no podían hacer el recuento diario de internos, ni inspeccionar las celdas de manera inopinada en busca de armas, explosivos o propaganda; para poder ingresar tenían que pedirles permiso a los terroristas.
La madrugada del 18 de junio de 1986, se amotinaron de manera simultánea en los penales El Frontón, Lurigancho y Santa Bárbara (mujeres), tomaron rehenes y alcanzaron un pliego de reclamos único, lo que evidenciaba que todo había sido bien coordinado. La verdadera intención era llamar la atención de la prensa extranjera que había llegado a Lima y desafiar la autoridad del gobierno ante sus invitados al evento internacional. El pliego único tenía 26 demandas, la mayoría relacionadas a las condiciones de vida de los presos y también a la disolución del Instituto Nacional Penitenciario (INPE). El presidente Alan García y su gobierno, que habían sido tomados por sorpresa, se reunieron de urgencia, a las 10:00 horas, en una sesión del Consejo de Ministros con los mandos militares. Tres horas después de la reunión, el Ministro del Interior Agustín Mantilla les dio un ultimátum a los amotinados: si no deponían su actitud, los penales serían retomados por la fuerza.
El Presidente García, fue claro y dispuso que el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas se hiciera cargo de restablecer el orden en los penales, previa intervención de una Comisión de Paz que fracasó en sus intentos por convencer o controlar a los terroristas para que pusieran fin al motín. En la cárcel de mujeres de Santa Bárbara intervino la Guardia republicana y liberó a los rehenes, aunque dos de ellos, mujeres, perdieron la vida. En el penal San Pedro o Lurigancho intervinieron juntos el Ejército y la Guardia Republicana, al amanecer del día 19 un rehén fue liberado, muriendo según el informe oficial, 124 reclusos.
«Los terroristas habían construido parapetos de cemento y fierro en los pasadizos, reforzaron las paredes para usarlos de refugio y cavaron túneles por fuera del perímetro del pabellón; una vez que se apoderaron del Pabellón Azul, construyeron y cubrieron las puertas de ingreso con planchas de fierro y piedra. También habían confeccionado chalecos antibala rudimentarios con costales vacíos de polipropileno cubiertos con piedras planas cosidas a manera de malla, lanzas con los ángulos de hierro de las camas, flechas y dardos; mini escopetas hechas con tubos de PVC, trampas para ratas; lanzallamas construidos con tubos de desagüe y un mechero en un extremo; bombas caseras, bombas molotov y quesos rusos (granadas artesanales). Además, habían ingresado de manera subrepticia al penal, pistolas, revólveres, escopetas, fusiles y gran cantidad de explosivos. En otras palabras se habían preparado minuciosamente para amotinarse y enfrentarse a la policía».
En el Frontón, el motín se inició a las 06:10 horas del 18, cuando los agentes penitenciarios y tres Guardias Republicanos retiraban el candado que cerraba por fuera la puerta del primer piso del pabellón. Los presos del segundo piso se abalanzaron sobre ellos y los tomaron de rehenes, apoderándose de tres fusiles automáticos G-3 y una ametralladora FMK-3. El pabellón Azul era una construcción de dos pisos, con puertas en ambos extremos de los pisos, unidas por una escalera de tres tramos. Hacia el suroeste había un tanque de agua elevado.
La responsabilidad de recuperar la autoridad en el Frontón le fue encargada a la Marina de Guerra, asumiendo la operación el Comandante de la II Zona Naval, que inicialmente desplazó personal de la Fuerza de Operaciones Especiales con la orden de intervenir solo si la Guardia Republicana no podía retomar el control del penal. Si dicha medida fuese insuficiente, la Fuerza de Infantería de Marina debía preparar dos pelotones para tomar el pabellón. El Comando de esa Fuerza designó a la Brigada de Infantería de Marina para que se hiciera cargo de la misión. Una compañía reforzada con personal de médicos y enfermeros Sanidad eran extraordinarios en su profesión y pertenecían a la dotación de esa Fuerza, entrenados en cirugía combate.
El presidente Alan García quería estar enterado de todos los acontecimientos y para ello solicitó tener una comunicación permanente. Se asignó un equipo de comunicaciones con un radio operador, quien le daría la información que se recibía de la isla durante las operaciones. La orden gubernamental para actuar escalonadamente se empieza a cumplir a partir del mediodía del 18, con la presencia en el penal del Juez Provincial Provisional del Callao y el Juez de Instrucción Penal, a los cuales suceden poco después los miembros de la Comisión de Paz. Las invocaciones de estas autoridades, presenciadas algunas por toda la ciudadanía a través de la televisión, no obtienen por parte de los reclusos ningún resultado en la deposición de su rebeldía, y en consecuencia se procede en una segunda manera de acción, a tratar de imponer el orden mediante la acción de la fuerzas policiales con el apoyo de efectivos navales tratan de abrir una vía de ingreso a través de las paredes del Pabellón Azul.
El personal de la Fuerza de Operaciones Especiales lanzó su ataque a 17:15 horas del 18, siendo repelidos con armas de fuego y flechas lanzadas con ballestas artesanales; simultáneamente se inició la colocación de cargas explosivas para hacer un forado e ingresar al pabellón sitiado, lográndose derribar el extremo oeste del pabellón. Un terrorista salió por uno de los túneles y se entregó a las autoridades. En el interrogatorio, informó que los cabecillas del motín estaban matando a quienes querían rendirse, y que existían trincheras y reductos subterráneos, así como armas y pertrechos para una prolongada resistencia.
Tras analizar la situación, se dispuso que los Infantes se desplazaran a la isla en espera de órdenes. Se embarcaron en un buque cisterna y desembarcaron en El Frontón a las 04:00 horas del 19 de junio. La orden del Comando Superior fue debelar el motín lo más rápido posible; y a partir de ese momento las operaciones militares en la isla quedaron a cargo de la Infantería de Marina.
Los Infantes de Marina ocuparon posiciones alrededor del pabellón azul, empleando altavoces trataron primero de persuadir a los delincuentes para que se rindiesen, sin lograr este cometido. Con las primeras luces del día iniciaron su aproximación desde diversos puntos, mientras se escuchaban disparos al interior del pabellón, el terrorista rendido informaba que estaban asesinando a los internos que querían rendirse. Cuando un grupo de Infantes se dirigía a una mejor cubierta para tener mejor posición de fuego, fue atacado a tiros y un disparo le impacto en el tórax al Técnico de Segunda Ima. Marino Palacios David, hiriéndolo gravemente. Bajo el fuego de los terroristas, el Técnico Palacios pudo ser retirado hacia el puesto de socorro de la unidad, donde falleció pocos minutos después.
Otro grupo de ataque, al mando de un Capitán de Corbeta e integrado por tres miembros de la Compañía de Comandos Anfibios, incursionó por el lado sur del pabellón y llegó a alcanzar el pasadizo junto a la escalera para intentar abrir la puerta del primer piso, pero no pudo hacerlo, había un muro interior hecho de cemento y piedras. Unos segundos después, un disparo procedente del segundo piso hirió al Oficial Superior. El proyectil le ingresó por la parte alta del abdomen y salió por la parte baja de la espalda; los dos hombres que lo acompañaban lograron retirarlo hacia una zona segura.
El OM1 Ima. Edilberto Jiménez Guardia, que cubría el frente del edificio, fue impactado por un proyectil que le penetró en la cabeza matándolo instantáneamente. Pocos segundos después, el OM1 Ima. Carlos Palomo Bravo, también fue herido por proyectiles disparados desde la playa por un terrorista que había llegado a través de un túnel construido desde el pabellón. La bala le penetró por un hombro y le salió por el otro. Tras permanecer algunos minutos sin sensibilidad en el cuerpo, logró arrastrase fuera de la zona y pedir ayuda para sus compañeros, sin saber que el Oficial de Mar Jiménez ya había fallecido.
Los enfermeros navales asignados a los pelotones hicieron varios intentos por rescatar a los dos hombres caídos, pero el permanente fuego de los terroristas no les permitía acercarse a donde estaban. Finalmente, dos Infantes lograron llegar, y después de determinar que el Oficial de Mar Jiménez había fallecido, evacuaron al Oficial herido retirándolo a lo largo del lado sur del edificio.
Mientras tanto, en la Base de Infantería de Marina en Ancón la información que se recibía por radio era que la situación estaba bastante compleja porque los delincuentes habían preparado las instalaciones para resistir a las Fuerzas del Orden, y estaban muy bien apertrechados con armas de largo alcance. En previsión a las necesidades que pudieran requerir los Infantes, se dispuso el adelanto del tren logístico a la Base Naval del Callao.
El Capitán de Navío Juan Carlos Vega Llona, oficial al mando de la operación, dispuso que tres grupos se prepararan para asaltar el edificio en forma sucesiva por las aberturas producidas al ser derrumbado el segundo piso del extremo este. El primer grupo, formado por el comandante Vega Llona y tres Infantes de Marina, avanzó disparando hacia su objetivo; mientras escalaban sobre los escombros del edificio, el alumno IMA (Alumno graduado en fase de practica) Marco Antonio Ramírez Gómez fue impactado por una bala y falleció en el acto, el grupo se abrieron paso por ambos pisos, replegándose luego de algunos minutos de intenso fuego.
Durante esta fase de la acción, se constató la existencia de un sótano desde el cual se disparaba a los Infantes, procediendo a lanzar granadas a ese objetivo. Al replegarse el tercer grupo, algunos amotinados comenzaron a rendirse, siendo llevados rápidamente fuera de la zona de combate. Al promediar el medio día se hacen presentes en el penal altas autoridades y miembros del Congreso y de la Comisión de Paz, los cuales son testigos de la resistencia que oponen los internos y de las bajas que han causado a las fuerzas del orden.
El alto al fuego se produjo alrededor de las 14:00 horas, iniciándose la búsqueda de sobrevivientes entre los escombros. Se logró rescatar a tres terroristas heridos y a dos policías rehenes; el tercero había sido asesinado. Se recuperaron explosivos y numerosas armas. Había cadáveres en lugares inaccesibles del edificio que estaban en peligro de derrumbarse, por lo que se dispuso la fase de búsqueda y rescate.
Los marinos heridos durante el combate fueron evacuados al Centro Médico Naval en un Helicóptero que había llegado a la isla con autoridades gubernamentales. Concluida su labor y entregados los presos a las autoridades policiales, a las 15:00 horas, los Infantes de Marina se embarcaron en el buque cisterna que los esperaba frente a la Estación Naval de San Lorenzo para trasladarlos a la Base Naval del Callao. Al desembarcar en uno de los muelles de la Base, ambos pelotones formaron y desfilaron entre los aplausos del personal naval presente, dirigiéndose luego hacia la Base de Ancón, donde fueron igualmente recibidos por el personal con los honores correspondientes a tan destacada acción de armas.
Pero como estamos en el Perú, donde todo puede pasar el Poder Judicial hasta ahora lleva el juicio contra 35 exmarinos procesados en el marco de la presunta matanza de 135 reos en el penal “El Frontón”. Por este caso, la Fiscalía ha solicitado entre 25 y 30 años de pena privativa de la libertad, así como el pago como reparación civil de S/5 millones 320 mil a favor de los deudos de las víctimas. Para nuestra desgracia hasta la Iglesia Católica, metió sus narices y sacó un comunicado el 19 de junio de 1986.» En el Frontón, la operación se encomienda a la Marina, que bombardea el Pabellón Azul durante todo el día. Sobreviven treinta internos, que se rinden. Eran alrededor de doscientos detenidos. En todo el proceso se impide el acceso a las autoridades civiles: jueces, fiscales, directores de penales. Tampoco la prensa».
Tres valerosos Infantes de Marina fueron ascendidos póstumamente al grado inmediato superior en “Acción de Armas”.
¡ TERRORISMO NUNCA MÁS !