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Lima, la horrible, llena de indigentes que mueren de frío

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Lima, centro histórico, se ha convertido en un gran urinario, en donde sus calles malolientes causan una verdadera vergüenza, este panorama no solo afecta a los turistas nacionales y extranjeros sino al público en general, el mismo que se lleva una mala opinión y mensaje de la tres veces coronada Ciudad de los Reyes. Qué lejos de la realidad y de su verdadero rol, está nuestro alcalde, Rafael López Aliaga, quien nos vendió un slogan que lo llevó a ser burgomaestre: «convertiré nuestra capital, en una potencia mundial», lo cual –a más de un año y medio desde que asumió el cargo– no ha cumplido. Y esas palabras hoy, significan nada más que una frase hueca, vacía y llena de desprecio por los que lo eligieron y los ciudadanos que visitamos a diario el centro histórico limeño.

Sin embargo, hay aún una más cruda realidad que nos está llamando la atención, la gran cantidad de indigentes y mendigos que ha poblado Lima cuadrada y alrededores, ancianos que duermen y viven en las calles a pesar del inclemente clima que nos azota a todos los peruanos.

En la avenida Emancipación y Azángaro podemos ver a un par de ancianos, hombre y mujer, tendidos en el piso, durmiendo y cubiertos con plásticos. Unas cuadras más allá en Miró Quesada, casi cerca al diario El Comercio, otro hombre cubierto con cartones, mi primera impresión es que se trataba de basura, pero luego viendo bien, pude apreciar los pies del pobre hombre. Entre las avenidas Azángaro y Andahuaylas hay otro sujeto, pidiendo a la gente que le alcance «unas moneditas, por favor». Se trata de un anciano que usa barba y cabello cano, arropado con una casaca y las manos y el rostro sucios.

Este mismo anciano, harapiento y huesudo, lanza un escupitajo y luego tose, parece que le faltara el aire y pasa su mano sucia para limpiarse los restos de la saliva. Lo miro y me extiende la mano en busca de una moneda que se la lanzo, tomando luego fotos, sin que él lo sepa. Me alejo en el horizonte.

Hacemos un llamado al área de bienestar del ciudadano o la de Bienestar Social a que se acerquen y presten ayuda a estos pobres indigentes, que no sería nada extraño un día amanezcan muertos y haya que lamentar su fallecimiento, en un país indolente-

 

Creemos que aun hay gente humana en el municipio de Lima y en el ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, ambas instituciones que tienen sus instalaciones en el centro histórico de nuestra capital y que de seguro se han topado con este triste paisaje y hagan algo por mejorar la imagen de nuestra ciudad.

 

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