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El Perú nos convoca

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Por Heriberto Bustos

Analista y educador

Un pacto de vigilancia ciudadana, dejando atrás los extremos

En el proceso electoral que culminara hace pocas horas hemos sido testigos o partícipes de cómo el desconocimiento, odio, confusión, afirmación ideológica, intereses individuales y colectivos, entre otros, fueron tomando cuerpo y llevándonos a una situación de polarización “enredada” entre dos posiciones; creándose una equivocada imagen de división entre pobres y ricos, explotados y explotadores, santos y corruptos. Resumido, a decir de muchos, en la defensa de la democracia o su destrucción. Fue en ese contexto que el domingo 6 de junio, decidimos a quién encargar (en el marco del respeto al Estado de derecho y por tanto de la democracia) la conducción del país.

Terminada las elecciones y no definido aún oficialmente quien asumirá la presidencia, debemos en primer término asumir que la confrontación en la disputa electoral culminó y el camino apropiado para volver a la normalidad es aceptar lo decretado por la población en las urnas, sea cual fuere la diferencia de votos. De otro lado, iniciar un proceso acelerado de recomposición de las relaciones interpersonales, empezando desde la familia, toda vez que la polarización ha generado hondas fisuras y, en tanto seres sociales, requerimos romper los cercos o vallas interpuestos entre nosotros para reconstruir sentimientos y acciones en función del progreso del país.

El país requiere de la participación de sus hijos para responder juntos a la recuperación económica, la lucha contra el Covid 19, impedir que el hambre se incremente, generar empleo, mejorar los aprendizajes educativos, entre otros. Por eso es importante unirnos curando las heridas generadas por el enfrentamiento, pues conforme señalaba Nelson Mandela: “Ha llegado el momento de la curación de las heridas. Ha llegado el momento de salvar los abismos que nos dividen. Ha llegado el momento de construir”. Ciertamente que no resultará fácil, pero es el único camino.

Importa en este camino aceptar que el malestar del país es responsabilidad de los corruptos y también de nosotros, pues en muchos casos con nuestro silencio hemos facilitado que los malos triunfen. Ingresamos a otro momento, en el que los cambios requeridos nos convocan y empiezan en nosotros mismos. Al respecto Facundo Cabral en una de sus canciones señala: “Perdónate, acéptate, reconócete y ámate, date una nueva oportunidad. Recuerda que tienes que vivir contigo mismo para siempre”, invitándonos a la realización de una autocrítica histórica para alejarnos del racismo, del oportunismo, trabajando por la inclusión y práctica de valores engarzada al accionar ciudadano, ejerciendo la vigilancia contra la corrupción en la vida diaria; dejando de señalar con el dedo acusador solo a otros de nuestros errores traducidos en males.

Al participar en la vida política y social hemos aprendido una gran lección: ejercer nuestra ciudadanía. Pero como todo aprendizaje tiene sus imperfecciones, podemos confundirnos, ser ganados por sentimientos, actuar en función de nuestra ideología, o incrementar temores. Sin embargo, el “triunfo” o “derrota” de nuestras apuestas no debe atarnos a un futuro incierto. Es momento de cambiar aun sabiendo que el primer paso no nos llevará donde queremos ir, pero nos sacará de donde estamos. Enterremos nuestros lamentos y equivocadas diferencias y tras un pacto de vigilancia ciudadana, dejando atrás los extremos sean individualistas o colectivistas, volvamos a reencontrarnos en la ejecución de un mismo sueño entendiendo el valor real de la complementariedad. Hoy, el Perú nos convoca.

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