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Dina Boluarte y la «Costra Caviar»

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Dina Boluarte y la «Costra Caviar»

Por: José Antonio Torres Iriarte

Abogado y analista político.

Dina Boluarte sucedió constitucionalmente a Pedro Castillo, olvidando su promesa de renunciar en el caso de que el entonces presidente Castillo fuera vacado por el Congreso de la República.

Sólo unos días antes de asumir la presidencia de la República, la señora Boluarte estuvo a punto de que se formalizará la denuncia constitucional en su contra en el seno de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso.

Trato de diferenciarse del gobierno de Pedro Castillo

Desde el inicio de su gobierno, trató de diferenciarse del gobierno de Pedro Castillo, optando por incorporar al Consejo de Ministros a profesionales alejados del extremismo de izquierda o sin ninguna experiencia en la administración pública.

Luego de un primer Gabinete, asumió la Presidencia del Consejo de Ministros el abogado Alberto Otárola, militante durante su juventud en el otrora Partido Socialista Revolucionario, organización política que reivindica las reformas impulsadas por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, para años más tarde asumir el Ministerio de Defensa durante el gobierno de Ollanta Humala-Nadine Heredia. Alberto Otárola guio a Dina Boluarte en momentos críticos, cuando el extremismo de izquierda se movilizó al interior del país y en Lima desataron acciones violentas durante varias semanas al inicio del 2023.

Dina Boluarte solicitó el adelanto de elecciones ante un Congreso, poco interesado en ir a un nuevo proceso electoral; para posteriormente anunciar que no renunciaría a la presidencia de la República, a pesar de la agitación social con aparente apoyo de servicios de inteligencia extranjeros.

La injerencia de Lopez Obrador

Desde el exterior, el presidente mexicano López Obrador consideraba que Pedro Castillo era un «preso político» y se negaba a reconocer al gobierno presidido por Dina Boluarte, llegando al extremo de impedir que el Perú asuma la presidencia pro témpore de la Alianza del Pacífico. López Obrador más de una vez mostró abierta injerencia en asuntos internos, como lo hizo durante el gobierno de Pedro Castillo.

Por su parte, Gustavo Petro cometió más de un exceso, que fueron respondidos oportunamente por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Dina Boluarte no ha llegado a comprender la majestad del cargo que ocupa, demostrando que está lejos de ser una estadista, que su escasa experiencia en la administración del Estado se ha hecho evidente y que su trayectoria política y militancia en Perú Libre, no fue accidental, toda vez que mantuvo lazos cercanos y de confianza con el hoy prófugo de la justicia Vladimir Cerrón.

Dina Boluarte ha buscado salir el mayor número de veces al exterior, sin tener claro que carece de ideas y capacidad para expresar con solvencia la posición del gobierno peruano en temas bilaterales o multilaterales.

Su ansía de viajar por un lado, como su vivo interés por lucir relojes de alta gama o joyas suntuosas (supuestamente todas prestadas) han marcado lamentablemente su mediocre gestión de gobierno.

El Perú y las sucesivas crisis políticas

El Perú afronta sucesivas crisis políticas. La renuncia del señor Alberto Otárola, no cabe duda, privó al gobierno de un vocero con habilidades políticas, pero a la vez demostró pugnas al interior del gobierno. Dina Boluarte siempre ha buscado gozar de cierta estabilidad laboral, por ello esperó el último momento para renunciar a la Jefatura Zonal que ocupaba en la RENIEC, del mismo modo ha persistido en reclamar el pago de ciertos devengados impulsando una demanda ante el Poder Judicial.

En esa misma línea, siendo presidenta de la República, no ha tenido mejor idea de tener a su hermano Nicanor Boluarte, como un activista y organizador de un eventual partido político, con miras a próximos procesos electorales. Nicanor Boluarte con fondos públicos y utilizando la red de Prefectos en todo el país, ha cumplido un papel notorio en la formación de un nuevo partido político.

En el Perú, actualmente la llamada «trama de Odebrecht« sigue su curso, el Acuerdo de Colaboración Eficaz entre el Ministerio Público y Odebrecht no ha sido publicado hasta la fecha y, peor aún, la empresa brasileña ha dejado de pagar más de mil millones de soles en impuestos, incluso ha vendido sus activos y sigue contratando con el Estado.

En el Perú está en curso una «batalla cultural» y una batalla por el poder y el control de las instituciones. Si Pedro Castillo presidió un gobierno que insistía en convocar a una Asamblea Constituyente y no dudaba en alinearse con el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla; no debemos olvidar que comunistas y caviares fueron parte de un gobierno que pudo haber consumado un golpe de Estado, que hubiera sido el preludio de un gobierno autoritario de consecuencias insospechables.

Gustavo Gorriti operador de Odebrecht y la costra caviar

Dina Boluarte deshonra la presidencia de la República, pero en un escenario de crisis la «costra caviar» no está dispuesta a perder el control de instituciones claves para afianzar su hegemonía política. Gustavo Gorriti convertido en operador político de Odebrecht, no tuvo reparo en celebrar la «muerte de Alan García» y por cierto se ha convertido en el «censor de la vida nacional».

El señor Gorriti supuestamente es un periodista de investigación a cargo del Instituto de Defensa Legal que se precia de ser una institución que preserva las libertades y lucha frontalmente contra la corrupción.

En el Perú de hoy se libran varias batallas de diversa intensidad, en el que el «globalismo» adscrito a la Agenda de Naciones Unidas 2030 financia generosamente a organismos no gubernamentales, que influyen o son parte del aparato del Estado, promoviendo una agenda política alejada de los grandes intereses nacionales.

La «costra caviar» aspira a controlar la Junta Nacional de Justicia, el Ministerio Público, el Poder Judicial, la Defensoría del Pueblo y el Tribunal Constitucional. La agenda «globalista y caviar» se ha propuesto debilitar a las Fuerzas Armadas, a la PNP en especial; sin dejar de lado la desaparición de partidos políticos con ideario e historia como el APRA.

La política ha sido judicializada

Con financiamiento internacional, sin fiscalización, ni rendición de cuentas actúan impunemente. La política ha sido «judicializada» y sin ganar elecciones con candidatos propios, han sido parte de sucesivos gobiernos. A los integrantes de la «costra caviar» no les interesa el crecimiento económico, ni la reducción de la pobreza o la pobreza extrema, por su puesto poco les preocupa reducir la anemia infantil o la inversión en infraestructura vial, educativa o de salud.

El Perú debe defenderse de la amenaza totalitaria y librar una batalla política e ideológica contra los agentes del «globalismo y la costra caviar». El Perú necesita atraer inversión, generar empleo y crecer a tasas por encima del 6 % anual.

En tiempos en los que se quiere «humanizar» el accionar de Sendero Luminoso, en momentos en los que se pretende reescribir la historia nacional, es necesario afirmar la libertad frente a cualquier atisbo de dictadura. Dina Boluarte no merece la confianza ciudadana, pero tampoco el país puede estar sometido a la hegemonía de la «costra caviar».

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