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A tus pies no les gustan estos seis tipos de zapatos

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Tacones altos, demasiado bajos entre otros, no deben usarse con frecuencia. Entiende los motivos.

Los pies son una de las partes más importantes del cuerpo humano, nos mantienen y son nuestro principal medio de transporte, como señala un artículo médico difundido por la red de hospitales CUF.

Por lo tanto, el cuidado es de suma importancia y, sin duda, una prioridad. Y así es imperativo tomar decisiones acertadas, aunque no respondan a las tendencias de la moda del momento.

He aquí, según la

1. Tacones (muy) altos

De los medios a muy altos (de más de cinco centímetros), los zapatos de tacón alto obligan al pie a estar en una posición poco natural, con la parte delantera y los dedos soportando todo el peso del cuerpo. Esta presión puede provocar inflamación de los huesos y de los nervios y, a largo plazo, de las pequeñas

2. Tacones ultra finos

Cuando el tacón es muy fino, la zona de apoyo del pie resulta insuficiente y la probabilidad de tropezar o desequilibrarse y hacer un esguince en el tobillo es mucho mayor.

3. Sabrinas

Puesto que no tienen soporte para el arco del pie, perjudican su buen funcionamiento y, por lo tanto, pueden surgir problemas en las rodillas, las caderas y la espalda. Su uso también puede asociarse con el desarrollo de fascitis plantar, una afección clínica dolorosa consistente en la inflamación de la fascia plantar (situada en la planta del pie, uniendo el talón a los dedos) y que es la causa más común de dolor en el talón.

4. Pantuflas

Ofrecen muy poca protección al pie y lo dejan expuesto, aumentando el riesgo de lesiones. Los diabéticos no deben usar pantuflas de «meter el dedo», porque incluso los pequeños cortes pueden causar problemas de salud más graves. Este tipo de calzado no suele tener soporte para el arco del pie y puede empeorar la fascitis plantar, además de causar problemas en las rodillas, las caderas o la espalda.

5. Zapatos de cuña

Tienden a ser muy duros, dañando la biomecánica del pie mientras caminamos. Es decir, nuestro pie intenta doblarse y adaptarse al pasado, pero el zapato no lo deja, manteniéndolo estático. Además, si la bayoneta es considerablemente más alta en la zona del talón que en la del mamparo, se ejerce mucha presión sobre el metatarso.

6. Zapatos puntiagudos

Aprietan mucho la parte delantera del pie y, después de algunos años de uso, pueden provocar dolor en los nervios, ampollas, juanetes y deformaciones en los dedos. La presión constante sobre los dedos puede causar moretones debajo de las uñas.

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