Opinión

¿El peruano es deshonesto por naturaleza?

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A raíz de las escándalos por las coimas de OAS, Odebrecht, el Club de la Construcción, los cuellos blancos del Callao, incluso para gestionar algún trámite te dicen como es? Funcionarios, tomberia, etc.etc., sin ir muy lejos las encuestas reflejan que el 78% de peruanos tolera la corrupción. El 91% asegura que no respetamos las leyes y el 93% admite que no ha denunciado intentos de coima por temor.

“El Perú es un organismo enfermo: donde se pone el dedo, salta la pus”, es una frase de hace 100 años de Manuel González Prada, personaje que criticaba con mucho ímpetu a la clase política que gobernaba el país en ese entonces. Han pasado 100 años y esa frase sigue vigente. La ciudadanía no se siente representada por su clase política. ¿Por qué? El Congreso de la República es una de las instituciones con más bajo nivel de aprobación. De los últimos 30 años, cinco de siete presidentes se encuentran procesados por delitos de corrupción y otro se encuentra fugado del país evadiendo la justicia.

El sistema de justicia no es la excepción a la regla. Los llamados “CNM-Audios” han desnudado un aparato de corrupción entre fiscales, jueces, consejeros del CNM, empresarios y políticos. En este círculo vicioso de favores y prebendas económicas, solo se benefician quienes son parte de la corrupción.

Dónde esta el problema? El problema esta en nuestros genes? Ahí se pierde ese valor humano tan importante como la honestidad? SI. Bueno, así les duela yo parto de un principio ético, en que la verdad se lleva como ¨espada ¨ y ¨escudo¨ ante los retos de la vida; se enriquece con otros valores, dando un ente completo, digno, altruista, convencido del bien y que nuestra «sociedad» que tiene como paradigma de un hombre nuevo, un político honesto, cuya imagen siempre me lleva a un ejemplo de un ser humano como Víctor Raúl Haya de la Torre -cobraba un sol mensual de sueldo como presidente de la Asamblea Constituyente 1979- un político honesto, que nadie puede poner en duda su transparencia.

Para ser honrrado, necesitamos de un entorno propicio que lo enriquezca, me refiero a la familia; a la escuela donde formamos esos valores y luego; donde producimos y adquirimos nuestros patrimonios como resultado de ese acto de crear bienes materiales o espirituales, de los cuales también nos nutrimos para ser cada día mejores hijos, padres, abuelos, hermanos, tíos, sobrinos, amigos, ….e incluso hay que ser honrrado ante el enemigo….porque es un arma moral contra la cual se desmorona tantas vanidades que hoy pululan en nuestra clase política y sociedad.

Hay que dar una gran batalla para rescatar la honrrades en nuestros coterráneos; porque el concepto de que estamos ¨luchándo¨, se ha generalizado y forma parte de nuestra cultura de consentir la coima, la mermelada, el robo, el hurto, el desvío de recurso, la doble moral, que nos corroe y desarma; basta ya.

Mi abuela y mi madre siempre repetían a toda la familia «pobres, pero honrrados. Con la frente en alto y nunca de rodillas», ese era uno de los pilares que nos distinguía; incluso en aquellos que menos recursos tenían. ¿Esto se escucha ahora decir? NO, mil veces NO. La batalla es dura, pero debemos darla con la finalidad de recuperar los valores perdidos.

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