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DEJEMOS Atrás Todo TIPO de DICTADURA en América Latina

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Por: José Antonio Torres Iriarte

América Latina debe afirmar la institucionalidad democrática, como garantía para sentar las bases del crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Las dictaduras militares en nuestra región marcaron una época y a más de una generación; no olvidemos las dictaduras de Velasco Alvarado y Morales Bermúdez en el Perú entre 1968 y 1980, en Chile la de Augusto Pinochet entre 1973 y 1990, la de Brasil entre 1964 y 1985, la de Argentina entre 1976 y 1983.

La Crisis de la deuda Externa

Juan Velazco Alvarado – Morales Bermúdez

El restablecimiento de la democracia en América Latina no garantizó estabilidad a las democracias latinoamericanas, que fueron afectadas frontalmente en los años ochenta por la llamada «crisis de la deuda externa» derivada del enorme peso de la deuda externa en las finanzas públicas latinoamericanas. En los años 90, Chile retorna a la democracia apoyada en la Concertación construida en base al consenso entre la Democracia Cristiana y el Partido Socialista; mientras que el Perú inicia un proceso de reformas económicas auspiciado por los organismos financieros internacionales, impulsando con cierta diligencia los grandes lineamientos del conocido «Consenso de Washington».

Chile en democracia logra estabilidad política y crecimiento económico, afianza sus lazos con el Asia-Pacífico, no se reincorpora al Pacto Andino y mantiene cierta distancia con respecto a América Latina, convirtiéndose en un referente como destino de inversiones extranjeras, apertura económica y reducción de la pobreza. El Perú superó la crisis política del año 2000, a través de un gobierno de transición que convoca a nuevas elecciones un año después.

Jorge Rafael Videla – Augusto Pinochet

Los procesos políticos y económicos tanto de Perú como Chile merecen ser examinados desde la perspectiva no sólo de las cifras macroeconómicas, para tratar de explicar cómo hoy en ambos países, en el caso del Perú el gobierno de Pedro Castillo ha convertido la convocatoria a una asamblea constituyente el eje de su accionar político y por otro lado como en Chile, el seno de la Convención Constituyente se debate virtualmente la refundación de un país, sobre la base de una visión multiétnica y cultural.

«Socialismo del siglo XXI» es la expresión más cabal de un neomarxismo

Chile ha elegido un nuevo gobierno que debe instalarse en pocas semanas, mientras que en el Perú el gobierno de Pedro Castillo está signado por la corrupción y la manifiesta incapacidad. América Latina no ha logrado comprender que es necesario poner fin a todo tipo de dictaduras y que, en el escenario político latinoamericano, el llamado «socialismo del siglo XXI» es la expresión más cabal de un neomarxismo que se pretende imponer so pretexto de la ansiada igualdad y justicia social; gobiernos autoritarios en nuestra región.

En América Latina durante el siglo XX, los movimientos guerrilleros adiestrados por el gobierno de La Habana optaron por el camino de la lucha armada; en el Perú, Sendero Luminoso de orientación maoísta, en los años 80 optó por impulsar acciones terroristas que tuvieron como víctimas a campesinos, militares, policías, dirigentes políticos y sociales. La democracia como aspiración, y la libertad como derecho irrenunciable, deben ser defendidas ante la amenaza totalitaria que se cierne sobre una región.

Es el momento de retomar el debate político e ideológico; sin olvidar que hoy en una economía internacional que viene superando los embates de la crisis sanitaria del Covid-19; América Latina es observada con cierta distancia por los Estados Unidos y la Unión Europea; que en la actualidad asignan la primera importancia a la pretendida invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Dictaduras de Cuba, Venezuela o Nicaragua

Los organismos internacionales son permisivos y tolerantes con respecto las graves violaciones de los derechos humanos perpetrados por las dictaduras de Cuba, Venezuela o Nicaragua. La Agenda 2030 de las Naciones Unidas en un período de crisis ha pasado a segundo plano y, por cierto, los pueblos latinoamericanos deben asumir la responsabilidad de construir democracias en la que la separación de poderes, la libertad de expresión, elecciones transparentes y la alternancia en el poder estén garantizadas.

El crecimiento económico y la reducción de la pobreza deben ir acompañadas de un mejor conocimiento de la realidad de un mundo marcado por la revolución tecnológica, nuevos retos y desafíos.

El totalitarismo se ha expresado en el tiempo de formas distintas; hoy se viste bajo el ropaje de «neo marxismo» y tiene una propuesta supuestamente redentora que ha encontrado en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, no espacios de cooperación y reflexión política; sino ámbitos en los que se diseña y planifica formas eficientes de agitación, movilización y preparación para la toma de poder.

Los gobiernos de Perú, la Convención Constituyente en Chile, el próximo gobierno de Gabriel Boric, el triunfo del senador Petro en Colombia y el retorno del Partido de los Trabajadores con Lula en Brasil, son parte de una agenda internacional en el corto plazo. La integración, el pan y la libertad en América Latina, deben ser construidos sin sacrificar las libertades fundamentales; dejando atrás todo atisbo de dictadura.

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